Ni el disparo exponencial de contagios de COVID-19 en Jalisco en su modalidad Ómicron al pasar de 2 mil 942 casos activos a 7 mil 906 en la primera semana de este 2022, que significó pasar de una tasa de positividad de 8.1 por ciento a 23.4 por ciento, y el consecuente aumento, exponencial también, de la solicitud de pruebas de antígenos y PCR de pacientes con síntomas al pasar en la Secretaría de salud de un promedio de 100 semanales hasta finales del año pasado a 200 diarias, y en la Universidad de Guadalajara de 65 diarias en diciembre a 500 por día en la primera semana de enero, generó tensión ni sobresalto alguno en la rueda de prensa en la que la Mesa de Salud, que encabeza el gobernador Enrique Alfaro, dio a conocer las seis acciones que se contemplan en el botonazo post-navideño, que prácticamente deja intocadas las actividades económicas.Nada que ver con las presiones, titubeos y los bandazos discursivos en los que se caía en el anuncio de las aplicaciones de los distintos botones de emergencia que iban desde los regaños y exabruptos contra los ciudadanos por no usar el cubrebocas y luego se iban al otro extremo con la apelación exclusiva a la responsabilidad individual que provocaban escenarios de sobredemanda de oxígeno, saturación hospitalaria, el incremento de contagios y la escalada de defunciones que se dio en los momentos críticos de la pandemia el año pasado. Fue tal la atmósfera de tranquilidad y distensión que hasta el mandatario estatal y el rector de la Universidad de Guadalajara, Ricardo Villanueva Lomelí, que se han dicho de todo en los últimos meses por las quitas presupuestales que ha hecho el gobierno estatal a la casa de estudios, estuvieron sentados codo a codo, y afirmando públicamente que en la Mesa de Salud, el trabajo coordinado seguirá para beneficio de los jaliscienses en el manejo de la pandemia con el respaldo siempre de la “evidencia científica”.Este nuevo escenario se debió al paso de los botonazos por el primer COVID-19 y su cepa Delta después, sin vacuna, al que se ha presentado, al menos en esta primera semana del año, con el escudo de las dosis anticovid y el comportamiento menos agresivo de la variante Ómicron.Este switcheo a la fase Vacunas-Ómicron encendió la esperanza de una evolución positiva en los efectos de la pandemia que en Jalisco se refleja en el hecho de que con 84 por ciento de la población con al menos una vacuna y 66 por ciento con el esquema completo, pese al pico de contagios este inicio de año, ni las hospitalizaciones ni las defunciones han tenido ese crecimiento exponencial. Las hospitalizaciones pasaron de 155 a 198 en la primera semana del año y las defunciones no crecieron y se quedaron en 32. Optimismo documentado ciertamente, que ojalá no se torne en espejismo trágico por alguna nueva sorpresa que traiga la pandemia y que encuentre las puertas abiertas por la relajación que está permitiendo el Covid-Ómicron. jbarrera4r@gmail.com