En muchas relaciones humanas se da el fenómeno de que mientras uno se dedica a dar, el otro nomás a recibir, y con el tiempo, éste último, se convierte en demandante y acaba siendo una persona que exige y reclama que se le siga dando y atendiendo y así acaba por reunir las características de una pareja “vampiro”.Absorben mucha de la “energía” vital que tiene el otro, lo persiguen y vigilan hasta obtener lo que quieren. Son una especie de mentes cazadoras, que con astucia y una aguda inteligencia, no sueltan a su presa hasta que logran el objetivo que buscan.Hay quien claramente ha divido al ser humano en tres categorías, a saber: los dadores, los tomadores y los que equilibran ambas.Los dadores son personas que se entregan y donan a los demás en buen plan y con actitudes positivas llegan incluso al sacrificio con tal de darle gusto al otro, aunque también les gusta recibir, su principal postura es la de dar. En cambio, los tomadores, se han habituado a ver a los demás como un medio para obtener algo que necesitan o les conviene; arrebatan y exigen su parte a como dé lugar, son del tipo de personas que se aseguran que algo van a recibir a cambio de lo que tienen que dar, su enfoque es mucho más egoísta en comparación del dador, que es más altruista.Y claro el ideal es un equilibrio entre el dar y el recibir, una armonía entre entregar y recibir, pero con la condición de no hacer el bien a costa de una exigencia egoísta al siempre obligar a recibir algo a cambio.La pareja, cuando se convierte en una tomadora exigente, se hace desgastante y provoca que los demás se le alejen, por el temor a ser exigidos y quitarles la “energía” que tienen.Regularmente los dadores son más nobles y positivos, en comparación con los tomadores que además de ser más negativos suelen enojarse y tener mal humor, sobre todo cuando los demás no les cumplen sus demandas y caprichos.Ahora sí que ubícate de qué tipo de persona eres y cuídate de los que poseen el síndrome del “vampiro”.