Además de la complicadísima situación relacionada con la salud que padecemos en Jalisco por el tema del COVID-19, la ninguneada clase media ya estamos viviendo el regreso a clases presenciales en prácticamente todos los niveles educativos, con lo que ello implica para la familia en su insufrible cuesta de junio -que vaya usted a saber hasta cuando permanezca- pues aunque las cifras oficiales son optimistas, no dejan de ser sólo cifras, y ya con el apellido de “oficiales” alcanzan un grado de falta de credibilidad asombroso. El caso es que, “para abrir boca”, el tan esperado (por muchos) regreso a clases, trae consigo gastos que por el momento se habían trasladado a otros rubros de la economía familiar, pero que ahora volverán a su cauce corregidos y aumentados.La inflación es uno de los pendientes a resolver más inmediatos, pues los precios de prácticamente todos los artículos de la canasta básica han aumentado considerablemente, de tal manera que los llamados aumentos anuales al salario, apenas si servirán para “capotear” la tempestad.Eso aplica tanto para los clase medieros que contamos con el privilegio de disponer de un empleo y/o los comerciantes en pequeño que hacen su mejor esfuerzo por salir adelante y poder llevar el “pan y la sal” a sus seres queridos, y además proveerlos de las herramientas básicas para que puedan continuar con sus estudios. Pero la verdad de las cosas es que para la gente adinerada también se ha convertido en un problema, al grado de tener que cambiar a sus hijos de un colegio privado a una escuela pública.Por otra parte, el esquema híbrido o mixto que las autoridades de los distintos niveles han diseñado como una medida para conservar la salud de los estudiantes, docentes y administrativos, también tiene sus complejidades, tanto desde el punto de vista pedagógico, como didáctico y burocrático, pero en todos ellos de nueva cuenta hace su aparición el factor económico, pues como ya se sabe, para poder estudiar y prepararse adecuadamente, se requiere de tiempo, dinero y esfuerzo (además de disposición).Así, lo que antes se conocía como “la cuesta de enero”, hoy en día se ha transformado en un dolor de cabeza de todo el año para los jefes de familia, de ahí que en muchos de los casos tengan que aceptar incluso situaciones denigrantes, tales como amenazas, realización de trabajos extraordinarios o cosas peores, con tal de conservar el empleo.APUNTEEmpero, los seis meses que restan al año -inclusive- sólo son la “punta del iceberg”, pues aún quedarán tres años de desgobiernos, en los que además, la luz, renta, gasolina y agua -les llegue o no les llegue-, el transporte, colegiaturas, y un largo etcétera continuarán aumentando en perjuicio de los que menos tienen…ojalá me equivoque.cuauhtemoc.cisneros.madrid@gmail.com