-“Te vas a chingar, a tu megamarcha no vas a llevar ni a 20 mil” -dicen que sentenció el entonces gobernador panista Emilio González Márquez, envalentonado por los tequilas de más que llevaba encima.-“Ya lo veremos” -afirman que contestó también en tono retador el ex rector y líder del Grupo UdeG, Raúl Padilla López. Este diálogo es parte de la controvertida charla que tuvieron estos dos personajes los últimos minutos del 29 de septiembre del 2010, en la víspera de la movilización a la que también convocó la Universidad de Guadalajara y que igual llamaron megamarcha para exigir mayor presupuesto para la máxima casa de estudios del estado. El mandatario panista tenía contra las cuerdas al poderoso líder del grupo político que ha mantenido la hegemonía en la UdeG, por la taquillera batalla para acotar el poder del padillismo, hasta que vino su infortunio de irrumpir efusivamente en la casa de “El Licenciado”, donde se realizaba una reunión con los funcionarios universitarios para tratar de afinar el tono de una marcha a la que salían en desventaja por la popularidad que había ganado Emilio al ser el primer gobernador que reclamaba por su nombre a Padilla y le reprochaba lucrar para sí con el Centro Cultural Universitario, que con mofa lo tildaba del Centro “Comercial” Universitario.Lo sucedido esa noche en la casa de Padilla López hizo que el mandatario panista perdiera todo el “punch” que había logrado en un pleito que hubiera podido ganar. Al día y las semanas siguientes Emilio se vio obligado a cambiar su narrativa, a gestionar recursos para la UdeG ante el gobierno federal y a colocar la primera piedra en uno de los complejos del CCU que siempre rechazó.Si bien anoche no ocurrió ningún encuentro furtivo como el de hace más de 11 años, Alfaro nunca volvió a tener el mismo “punch” que tuvo hace 12 años que retó por primera vez al Grupo UdeG siendo alcalde de Tlajomulco, por la simple y sencilla razón, como relaté ayer aquí, de haber mantenido una relación pendular con Raúl Padilla, en la que igual aparecían como detractores y luego como aliados.Si algo dio fuerza y empatía con los jaliscienses a Emilio en su combate al poder de Padilla y su grupo político en la Universidad de Guadalajara fue que nunca transitó como equipo en ningún proyecto político con ellos, y más bien buscó siempre quitarles el control incluso con el enajenamiento del finado rector Carlos Briseño, que fue cercanísimo a Raúl y lo quiso jubilar en 2009. Si bien el actual gobernador ha hecho los mismos cuestionamientos que hizo Emilio en su momento, nunca han alcanzado la misma potencia política. Falta para ello la fuerza que da la congruencia en las disputas por el poder que no tiene Alfaro y, por esa razón, a la megamarcha de hoy los universitarios salen con la misma motivación o más que la que les dio aquella entequilada visita del gobernador panista. jbarrera4r@gmail.com