Entretenidos en los ires y venires de la política nacional y sus muy anticipadas campañas bajo todo tipo de artilugios legales, poco nos detenemos a pensar en la política local, donde las pasiones y los tironeos se han desatado desde hace ya tiempo, y con una vehemencia mucho mayor, toda vez que al parecer en Jalisco no hay ya ningún partido de oposición, y el que está en el Gobierno se presenta como el único competidor.Ante una tan extrema certeza, se entiende que el partido en el poder, más que elegir a un candidato, lo que va a elegir es a un gobernador. La campaña que siga y la elección misma vendría siendo solamente una gira artística para darse a conocer y un ejercicio del voto, por el hecho simple de querer ir a votar. ¿Tan fácil será?El actual dueño del partido naranja busca sobre todo que su instituto siga ganando en estas tierras, pero el actual dueño del estado busca más bien que la candidatura recaiga en su elegido, lo cual genera una especial turbulencia doméstica.También es verdad que la ciudadanía tiene ya a su candidato, de tal manera que, si este es el elegido por el partido, la elección será sensiblemente democrática, la gente habrá elegido al gobernador que quiere y lo hará sin mucha dificultad. Pero si se impone a la sociedad el candidato que no quiere, es posible que, dado el peso de la maquinaria gubernamental, gane de todos modos y entonces habremos tenido una elección de estado. Lo que ahora está pues en juego, es el valor de la democracia y el respeto a la voluntad soberana del electorado, y muy pronto sabremos hacia qué lado se inclina gobierno y partido, hacia el progreso político o hacia la perpetuación de la farsa democrática en aras de intereses y compromisos personales.Elegir al propio sucesor ha sido siempre la tendencia incurable de nuestros políticos, y lo han hecho en repetidas ocasiones con resultados variopintos en cuestiones prácticas, y muy trágicos en lo que mira a la maduración política de la sociedad, pero este apostar por una ciudadanía política respetable y comprometida forma parte del mundo de los ideales, en el cual no gravitan ya nuestros políticos, atrapados como están por el mundo de sus intereses, desde luego estrictamente personales.Por esta razón poco importa el bien de la comunidad, o el de las instituciones democráticas, poco importa el futuro del estado y el del tan manoseado federalismo, o la crisis social tan radicalizada en tan diversos campos, nada de eso cuenta cuando lo importante es obtener el poder, aunque luego no se sepa qué hacer con él, o se sepa demasiado.Y mientras los funcionarios andan en estos devaneos, estalla un auténtico terrorismo delincuencial en su tierra madre, Tlajomulco, pues una acción como la que acabamos de ver no busca otra cosa que aterrorizar a cuantos trabajan en temas de seguridad. Desde luego no es la primera vez que las fuerzas de seguridad sufren un ataque en nuestro estado, los han sufrido en sus mismas instalaciones, además de las muchas otras emboscadas que el crimen organizado les ha tendido en distintos puntos del medio rural en Jalisco y que han costado ya la vida de numerosas personas, y la consecuente afectación a sus familias y a toda la sociedad, cada vez más expuesta a estas tragedias, pero eso parece ser del todo secundario, en este momento lo que importa es decidir quién será el próximo gobernador.