Sábado, 16 de Noviembre 2024

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El primer mes de la misma República

Por: Mario Luis Fuentes

El primer mes de la misma República

El primer mes de la misma República

Ya han pasado 34 días desde que la Presidenta Claudia Sheinbaum Pardo tomó posesión del cargo. Ha sido un primer mes trepidante en términos de la opinión pública, con una agenda centrada en la concreción de la Reforma Constitucional al Poder Judicial de la Federación, y de una notable continuidad en las líneas discursivas enarboladas hasta el último día de su mandato, por el ex presidente López Obrador.

Aún no queda claro cuál es el estilo personal de la Presidenta; ni tampoco es visible cuáles son las agendas personales que habrá de impulsar, más allá de un conjunto de obras y acciones que se habían perfilado ya desde la administración previa. Desde esta perspectiva, pareciera que la titular del Ejecutivo Federal ha decidido culminar todos los “encargos” que le dejó su antecesor, y que, una vez concluidos, iniciará con su propio proyecto; el cual, por cierto, por el bien del país, urge conocer.

En todo el territorio nacional continúa anidándose la maldad perpetrada por el crimen organizado; y sus integrantes, además de las disputas intestinas que sostienen, esparcen el germen de la violencia en sus entornos cercanos: son sujetos que, no debe olvidarse, han encontrado maneras sumamente eficaces de mimetización social; y han logrado la normalización de la convivencia cotidiana entre personas que realizan sus vidas buscando legítimamente su bienestar y el de sus familias, con auténticos psicópatas que por la mañana dejan a sus hijas e hijos en la escuela y por la tarde ejecutan enemigos y desmiembran cuerpos.

Las noticias económicas han ido de regulares a malas: la expectativa de crecimiento anual del PIB para el 2024 tuvo un nuevo recorte ubicándose preliminarmente, en el mejor escenario, en 1.5% anual; un dato sumamente lejano a lo que requiere para distribuir mejor.

El país se encamina hacia un 2025 que se percibe una vez más como altamente complejo en todas sus regiones, donde los nuevos gobiernos están apenas tomando las riendas de su administración y donde, no debe olvidarse, son Entidades donde habita prácticamente la mitad de la población nacional; esto, aunado a los Gobiernos municipales que fueron elegidos y que suman a prácticamente la mitad también de los que hay en el país.

Las desigualdades se mantienen; y las brechas en educación, salud, vivienda, ingresos, acceso al agua y a la seguridad alimentaria, por mencionar sólo las más urgentes, siguen prevaleciendo como parte del panorama cotidiano de la cuestión social de nuestro país. Para atemperarlas, la política social seguirá estando casi exclusivamente articulada por las transferencias monetarias no condicionadas.

En un escenario donde el control político federal es férreo, se ve a los gobiernos estatales agobiados y atrapados en una lógica presupuestal inerciada; lo cual permite prever la persistencia de un desorden generalizado de la administración y el Gobierno en todos sus niveles.

Por otro lado, del plan de los primeros 100 días de Gobierno de la Presidenta ya se ha esfumado la tercera parte del tiempo; y poco se ha discutido públicamente sobre cuáles son sus resultados, y si serán suficientes para detonar una nueva lógica de desarrollo para el país.

Enfrente de todo ello, tenemos una oposición diluida, impávida en el Congreso, y con una evidente incapacidad, pero sobre todo, carencia de representatividad y legitimidad suficientes, ya no para ganar votaciones, sino para dar testimonio legítimo de todo aquello que hace falta por construir para convertirnos en un país de justicia y dignidad universales.

Se ha dicho en numerosas ocasiones: en política, el recurso que en menor medida debe desaprovecharse es el tiempo. Así, por lo pronto, se ha ido ya el primero de los 72 meses en que habrá de desarrollarse esta administración. Es muy temprano para siquiera hacer una valoración sobre lo que ha de venir; pero lo que sí es claro es que urgen nuevas y más firmes definiciones y mucho mayor diálogo público sobre cuáles son las rutas que debemos transitar para pacificar, reconciliar y sacar de la pobreza y desigualdad estructural que persisten en nuestro dolido México.

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