Hablé con Feggy Ostrosky, directora del Laboratorio de Neuropsicología y Psicofisiología de la UNAM. Es una eminencia en psicología criminal y autora de libros como La violencia: qué la genera y qué la previene (2023) y Mentes asesinas: la violencia en tu cerebro (2011). Antes le di los elementos disponibles sobre el triple feminicidio de Gabriel Alejandro en un motel y en la UTEG de Guadalajara. Sus apreciaciones, cautas ante cualquier inferencia -aún faltan claves para engranar la historia-, ofrecen una base científica para quien desee entender. Existe el asesino serial, que ataca a una sola víctima en intervalos de tiempo; el asesino terrorista que mata por motivos ideológicos y el asesino en masa. En este último supuesto entraría Gabriel Alejandro. Hay tres subtipos de asesino en masa: 1) Los que tienen un trastorno psiquiátrico: esquizofrenia, psicosis, alucinaciones. Sin embargo, sólo en el 5% de las masacres el homicida tiene esta condición. 2) Jóvenes antisociales y depresivos con historial delictivo desde la infancia, pulsiones violentas y familias disfuncionales. El enojo, sentimientos de injusticia y maltrato alimentan su odio y fantasías de venganza. Aquí encajan dos terceras partes de los asesinos en masa. 3) El tercer grupo es el que más sorprende a los especialistas. Son jóvenes en entornos familiares normales, con historias de amor y padres ejemplares. No hay una explicación convincente. Estos representan alrededor del 29% de los casos. Esta caracterización se basa en la literatura científica producida en EU, pues en México y América Latina estas masacres son excepcionales, lo que hace más atípico el caso en Guadalajara. Por los indicios que dejó en su Facebook, Gabriel Alejandro entraría en el supuesto dos: un joven de 20 años antisocial en un entorno disfuncional. En su Facebook compartía canciones del rapero español Poeta Uder. La titulada En el Infierno Nieva empieza: “Puedes evadirte pero no escapar/ eso lo sabes desde que empezaste a odiar/ tú sabes que no puedes ser amado ni amar/ a veces ni la propia tristeza te permite llorar”.El fiscal Luis Joaquín Mendez dijo que Gabriel Alejandro formaba parte de grupos en línea que “comparten crímenes por fanatismo”. Sin embargo, Ostrosky enfatiza que ni estos grupos ni los videojuegos ni la música crean a un asesino masivo. Esos elementos resuenan en él, pero no lo inspiran ni causan su conducta. En todo caso, hay una desensibilización ante la violencia y este tipo de jóvenes son más influenciables pero “están más deprimidos que alienados”.Ostrosky señala que siempre hay un detonante. “Hoy es el día”, posteó Gabriel Alejandro antes de matar a sus tres víctimas. Por eso sería importante buscar una conexión entre la víctima del motel y las administrativas de la escuela. Hubo una intencionalidad clara, pues al salir del motel se desplazó cuatro kilómetros a la escuela en camión cuando pudo atacar a trabajadores o transeúntes. El fiscal dijo el jueves que no era estudiante de la UTEG. Sin embargo, debe buscarse el vínculo, recomendó la especialista. El inédito multihomicidio tiene otro elemento intrigante. En la mayoría de los casos, el autor se suicida cuando canaliza la agresión hacia sí mismo. Extrañamente se rompió ese patrón. En Guadalajara es el primer caso en su tipo. En Estados Unidos del 2000 al 2021 murieron 183 víctimas y otras 250 resultaron heridas en tiroteos en escuelas, según el Centro Nacional de Estadística Educativa. Gabriel Alejando usó un hacha y un cuchillo para masacrar a sus tres víctimas pero un arma de fuego hubiera sido más letal. Estos crímenes son un reto mayor para las fiscalías en México. Muchas veces “no saben qué preguntar”. Sería un error encuadrar el caso como un crimen ordinario, advierte Ostrosky. Impediría “entender las causas de quién es este muchacho para poder prevenir”.