El profesor de lingüística y asesor político, George Lakoff, explica que un votante no siempre ejerce su derecho al sufragio basado en sus intereses, sino que su preferencia ideológica y política responde más a su identidad, así como a sus valores. Cosas como el lugar donde nacemos, las enseñanzas de la familia, las tendencias educativas de nuestras escuelas y sí, nuestro nivel socioeconómico, determinan en buena parte si vamos a optar por una propuesta conservadora de derecha o una agenda progresista de izquierda a la hora de presentarnos en las urnas. Lakoff desarrolló la teoría de los marcos de comprensión del discurso político mediante el uso de metáforas con un padre estricto y un padre protector que nos servirán para entender el viraje de Francia hacia la ultraderecha con Le Pen. Por un lado, la metáfora de los discursos usados por la derecha como un padre estricto (jerárquico, represivo, autoridad moral, defensa de solo un modelo de familia y una visión que distingue solo entre el bien y el mal), por otro, se entiende a la izquierda con la metáfora de un padre protector (cuyo ejercicio se basa en la corresponsabilidad, la libertad, el progresismo y que busca el bienestar y la cooperación). El cambio de narrativa que acaba de manifestar la historia política de Francia es de causar conmoción. El partido Agrupación Nacional, antes Frente Nacional, fue fundado bajo los principios de la ultraderecha europea de la Guerra Fría por Jean-Marie Le Pen, padre de la hoy victoriosa Marine Le Pen. Era la manifestación de los remanentes del nazismo en alianza con el nacionalismo francés, una promesa de unificación y renovación doctrinaria de la ultraderecha ante las necesidades colectivas e individuales del electorado, la propuesta, en los términos de Lakoff, era la de un padre estricto tradicional.Ahora, cuando Marine Le Pen toma las riendas del partido se da cuenta que, con base en su pasado de derrotas electorales, era necesario un cambio de paradigma en su discurso y por lo que el ahora llamado Agrupación Nacional dejaría de ser un padre tan estricto, como cuando recordamos a Jean-Marie hablando del Holocausto como un detallito en la historia de la humanidad. El nacionalismo en esta nueva versión tiende al proteccionismo, el fascismo al republicanismo y la Agrupación Nacional se “desdemonizó” de su pasado al grado de convertirse en una alternativa real para los franceses.Este proceso de transformación implicó el reacomodo de los conceptos que definían al partido en su discurso político. Antes, la derecha “estricta” era atacada por el padre “protector” debido al pobre avance en la cobertura de derechos o la desatención a los sectores más pobres de la población que manifestaba en sus propuestas o durante sus gobiernos, ahora, es el padre estricto el que desde una postura inusual de aparente rebeldía, señala las ineficiencias, la corrupción y la carencia de soluciones en las propuestas y gobiernos de los partidos de centro e izquierda, producto de adherirse a una actitud moralista que limita la eficiencia. Hay ejemplos de este fenómeno en otras partes del mundo, entre ellos, Trump, Milei y Meloni que han reformado el marco por el que se comprende la discusión política entre el centro y la derecha en sus países, han apostado por un discurso que no se apoya en información verificable y científica, sino que se alimenta de las emociones sociales de frustración, pesimismo, descontento, incertidumbre y miedo. Hoy lo que sorprende es cómo el reacomodo de los conceptos del discurso político de la derecha francesa ha permitido a la Agrupación Nacional presentarse ante el electorado como una alternativa real para gobernar.Ante este escenario es pertinente considerar que el panorama ideológico de Francia tiene muchas aristas, el avance del Nuevo Frente Popular de izquierda con el 28% de los votos habla de que los sentimientos antifascistas persisten en Europa y alzan la voz para denunciar a la ultraderecha de racista, xenófoba y represora, un ejemplo de ello son los más de 200 deportistas franceses (incluyendo a Kylian Mbappé) que suscribieron un manifiesto para rechazar el avance de la derecha extrema. Las democracias se ven hoy sin duda amenazadas por el resurgimiento de estas posturas y discursos ideológicos polarizantes, poco racionales y altamente propensos a la manipulación, el control extremo y la concentración de poder, todas condiciones que amenazan el ejercicio de la libertad, derecho por el que tantas generaciones lucharon en el último siglo.