Jueves, 10 de Octubre 2024

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El otro Infierno de Minerva en el IMSS

Por: Jonathan Lomelí

El otro Infierno de Minerva en el IMSS

El otro Infierno de Minerva en el IMSS

Minerva redactó un serial en sus redes sociales bautizado como el «Dámelo/Ten». Se trata del relato de sus peripecias en el Infierno burocrático del IMSS para tramitar y conseguir su medicamento contra el cáncer. 

«El trámite consiste en recibir el papel y llevarlo al escritorio de enfrente, pero claro, hay muchos peligros insondables entre escritorio y escritorio».  

Tras 18 ciclos de quimioterapia y la extirpación de ambos senos, Minerva superó el cáncer de mama en 2011. Pero la enfermedad la retó otra vez con una metástasis en 2015 localizada en la cadera y la columna vertebral. 

Con el cabello negrísimo y se diría que rollizamente feliz, nadie imaginaría que Minerva lleva once años de lucha contra el cáncer y contra ese otro infierno.  

La busqué con la idea de comprender el desabasto de medicamentos oncológicos, pero me topé con otra historia: «No me ha tocado en todos estos años que me digan que no hay medicamentos. Sí me ha tocado que no llegó la persona, que le faltó el sello, cosas burocráticas».  

Trastuzumab. Así se llama el medicamento que debe tomar cada 21 días. Su costo, estima, ronda los 50 mil pesos la ampolleta. Cada cuatro meses debe renovar y justificar su aplicación hasta ahora por tiempo indefinido. 

Debe pasar por análisis minuciosos de sangre, estudios en cardiología, filas a las seis de la mañana, tomografías y trámites, papeleo, sellos, rúbricas todo el tiempo. 

«El otro día me pidieron el papel de la primera biopsia, la del 2011», relata entre risas. Minerva guarda cuatro copias de su expediente. El cáncer la sorprendió una vez, pero nada que esté en sus manos anticipar la tomará de imprevisto. 

En 2015, el doctor del IMSS, uno de los mejores del mundo (googleado y verificado), le ofreció estas palabras oraculares: «Hay un medicamento que es muy bueno para tu caso, pero es tan caro que en el IMSS van a hacer todo por no dártelo. Entonces vas a tener que pelearlo».   

Minerva ha dormido en bancas y en el suelo de la clínica. Ha llegado casi de madrugada y ha salido de noche del IMSS. Cada cuatro meses debe justificar con una larga tramitología que necesita ese medicamento que le ha salvado la vida. Entonces hago la pregunta:

- ¿Qué sentimientos tienes hacia el IMSS? 

- Yo amo al IMSS. Si yo no tuviera al IMSS, yo no seguiría viva. Ningún mexicano puede pagar esto. Ninguno. Como paciente uno debe tener un rol súper activo. Yo estoy segura de que muchas personas abandonan los tratamientos porque la pinche burocracia es tremenda. Si nos avisaran que está bien cabrona la burocracia, añades la burocracia a la lucha. Luchar también es esto. Es ir y hacer la fila, liarse, conseguir el sello, tocar la puerta. 

Imagino a Minerva con un escudo y su lanza guerrera. Su defensa de la vida durante más de una década debería abochornar a cualquiera que ve en una mala racha o un mal día el signo de la adversidad sin conocer otros infiernos de verdad.

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