Por séptimo Mundial consecutivo, México superó la fase de grupos, pero igualmente, fue eliminado en Octavos de Final, prolongando así la frustración de no haber alcanzado el quinto partido.Disputar ese quinto partido se ha convertido en una obsesión a partir de 1994 en que Bulgaria dejó fuera por la vía de los penales a un México que había llegado con la moral por las nubes y con la convicción de estar a la altura de los mejores tras conseguir el subcampeonato en su primera participación en Copa América en 1993.Desde entonces, México ha encontrado en el cuarto partido su tope. Alemania, Estados Unidos, Argentina dos veces seguidas, Holanda y ahora Brasil, han puesto freno a la aspiración mexicana de mejorar sus actuaciones precedentes en Mundiales no celebrados en México. Las circunstancias han sido diversas, desde la franca superioridad del adversario hasta el famoso “no era penal”, pasando por desacertadas decisiones del técnico o una afortunada jugada del rival, lo cierto es que no se da el salto para instalarse entre los ocho mejores.Acaso la decepción se intensifica porque otras selecciones de Concacaf, considerada una de las federaciones de más bajo nivel futbolístico en el ranking FIFA, ya lo consiguieron (Estados Unidos en 2002 y Costa Rica en 2014). Y aun cuando no ha estado exento de descalabros importantes en la región, el futbol mexicano estima que ésta le queda chica, de suerte que cada cuatro años su ambición se ha enfocado en llegar al famoso quinto partido, mismo que le simboliza ascender lugares en la escala internacional.La cuestión es que en esa escala hay jerarquías y sólo unas cuantas Selecciones se encuentran entre la élite. Cierto que éstas tampoco escapan a tropiezos significativos, caso del propio Brasil nada menos que en Brasil 2014, o de Italia que ni siquiera logró clasificarse a Rusia 2018, donde el campeón defensor Alemania se atoró en fase de grupos. Pero tras estos sofocones, estas Selecciones históricamente vuelven a tomar aire para mantener su rango.En paralelo, pero a la inversa, México ha vivido sus momentos épicos, entre ellos dos finales de Copa América, el título de la Confederaciones 1999, o el más reciente de haberle ganado al todavía campeón del mundo. Sin embargo, eso no se ha traducido en que se modifique al alza su estatus futbolero que, con sus altas y bajas, es de media tabla como el de tantas otras Selecciones por debajo de la élite y por encima de otras más.
