¿Qué historia estamos escribiendo? ¿Qué historias estaremos leyendo mañana? Yo, había pensado en disertar en esta columna sobre los ganadores del Ariel este año: Ilse Salas, Luis Téllez. Maravillosos. Bueno, lo haré, sí. Sin embargo, a mitad de la faena escritural leí con estupor -porque no he dejado de estar en estupor- la noticia sobre la capitana alemana Carola Rackete que se brincó a las autoridades italianas -por razones humanitarias- y entró en el puerto de Lampedusa con 40 migrantes a bordo. Peliculón, ¿no? De no creerse. El ministro del interior italiano Matteo Salvini -con una visión ultra conservadora- prohibió terminantemente que la joven de 31 años llegara a puerto, a pesar mire usted de que argumentaba “estado de necesidad” debido a la condición de los tripulantes, quienes por cierto fueron rescatadas hace 18 días frente a las costas de Libia, un país en guerra. ¿Necesita un guion de peli? Aquí hay uno.Bueno, pues ayer la juez de Agrigento, Alessandra Vella, no validó la detención de Rackete y ha rechazado el delito de “resistencia y violencia a una nave de guerra”, esto por saltarse el alto de la policía y golpear una nave militar. La opinión de la sociedad italiana se divide y aunque suene descabellado, según informan diversos medios internacionales la decisión de Salvini de no dejarla entrar a Italia costase lo que costase le ha valido una gran aceptación. Así mismo, como lo lee. Hubiesen sido capaces -que lo fueron, fue ella quien se brincó la tranca- de dejarla ahí con toda esa gente a su suerte. Lo más conmovedor o ¿qué debo decir? ¿Aterrador? Es que volteamos nuestros ojos a otros puertos de Europa y la situación no es muy diferente, miramos con asombro (dolor y humillación) la política migratoria de Estados Unidos hacia los latinos y la situación es la misma y, lo que es más ruin, miramos hacia nuestra frontera sur y a México, tampoco le falta mucho para llegar a eso. Esa, esa es la historia que estamos construyendo, la que estamos contando, la que se va a quedar para la posteridad. Parece que el futuro se nos fue de las manos y sólo queda, cultivar la dignidad individual. Cultivar nuestras semillas en casa y quizá en esos pequeños oasis de privilegios (tener una casa, una comida caliente) ayudar a otros o mirar las noticias. El desastre migratorio (porque no es política, es desastre), es un asunto que viene creciendo desde hace décadas. La pobreza se extendió y las democracias no supieron qué hacer. Nos obligan a cerrar fronteras, cuando más que nunca todos necesitamos de todos.Sigo queriendo hablar de lo maravillosa actriz que es Ilse Salas y de su pulido trabajo en “Las Niñas Bien”. Ilse, perdón, lo haré la próxima vez.