El Hôtel Drouot es la casa de subastas más conocida de París, y ha anunciado que este 16 de abril va a sacar a la venta al mejor postor restos fósiles de dinosaurios del Jurásico y el Cretáceo superior, con una antigüedad de entre 72 y 161 millones de años.* Si alguien siempre soñó con instalar en su sala un ornitoleste (uno de los carnívoros más ágiles y feroces) enzarzado en duelo a muerte con un othnielia (dinosaurio herbívoro), se puede llevar el parecito por unos 600 o 700 mil euros. Otro par son un hypacrosaurus con pico de pato y cresta, acompañado por su cría; salen un poquito más caros (900 mil euros). Esos bichos provienen de Estados Unidos (Wyoming y Montana).Para el próximo mes de junio, también en París, se subastará un dinosaurio herbívoro “primo del diplodocus” erguido sobre sus patas traseras. Costará alrededor de dos millones de euros. A ver si a alguien le llena el ojo, porque en noviembre pasado se quedaron sin vender los esqueletos de un alosaurio y un camptosaurus (valuados entre 500 mil y 800 mil euros).A las instituciones científicas y los museos les preocupa ese insólito mercado de bestias prehistóricas, cuyos precios estratosféricos ponen las “piezas” fuera de su alcance. Muchas veces los paleontólogos (y el público) deberán conformarse con réplicas de yeso, mientras algún sátrapa árabe, creso chino o líder sindical mexicano disfrutará de su lindo dinosaurio entre frondas de plástico, junto a su fuente de mármol con juegos de luces.Según Éric Mickeler, experto en paleontología de Sotheby’s, la moda de las subastas de este género es relativamente reciente, aunque los dinosaurios expuestos en los museos siempre han fascinado a la gente. Pero esa fiebre de coleccionismo de fósiles puede tener, según los especialistas, consecuencias negativas para la investigación científica. Lo más importante es que se garantice que ya exista un espécimen de referencia al alcance de los paleontólogos. Esos especímenes “tipo” sirven para describir determinada especie; los museos deben de custodiar por lo menos un ejemplar de cada especie conocida, lo cual tiene que constar en los documentos que obligatoriamente acompañan los fósiles que se pretende vender. La complicación es que cada país tiene su propia legislación en la materia (si es que la tiene).Otra complicación más que puede afectar el estudio de esos restos es que en ese peculiar mercado, como en todos, hay “best sellers”, y a un marchante siempre le convendrá vender un supuesto esqueleto de tiranosaurio rex, que es el más taquillero, aunque quizá se trate de otra especie que aún no se conoce ni se ha estudiado.Algunos países se han apresurado a dotarse de una legislación que garantice mayor protección ante ese tráfico: en febrero de 2017 la Embajada de Marruecos logró que se retirara del catálogo de subastas y fuese restituido a su país el esqueleto de un dinosaurio marino de 66 millones de años, a raíz de la iniciativa presentada por la institución a cargo del patrimonio geológico marroquí.*http://www.lefigaro.fr/culture/encheres/encheres-et-en-os-des-dinosaures-font-a-nouveau-trembler-les-prix-a-paris-20190412