Desde tiempos inmemoriales quienes hacen la guerra han necesitado elaborar un libreto, un guion, tal y como sucede cuando se hace una película o una telenovela. En este guion, la exposición de motivos ocupa un lugar central, representa la trama misma del acontecimiento, en ella se trata de explicar las razones profundas, heroicas, revolucionarias y benéficas por las cuales se acude al uso de las armas o se amenaza con usarlas, a fin de que la opinión publica interna y externa quede de algún modo persuadida.Este guion echará mano de las ideologías dominantes del momento, como sucedió por ejemplo con el mito de la “raza superior” surgido entre los pueblos anglosajones a principios del siglo XIX y que justificó el devastador neocolonialismo sufrido por el resto del mundo a partir de entonces, incluyendo la manía de los antropólogos de andar midiéndoles a todo el mundo el cráneo, mientras las tropas expedicionarias saqueaban las naciones sometidas.Otro recurso novelesco y permanente ha sido el maniqueísmo que lleva a establecer líneas divisorias nítidas entre los buenos y los malos, los buenos somos nosotros, los malos son los de enfrente. Así surgió y se mantuvo por décadas la “Guerra Fría”, entre capitalistas y comunistas, y cuando esta dicotomía mundial desapareció, fue necesario inventar “el eje del mal”, donde los malos eran los musulmanes y su asqueroso petróleo, con las personificaciones diabólicas de Osama Bin Laden, Sadam Husein, Hosni Mubarak, o Muamar Gadafi, sin olvidar que todos ellos fueron en su mejor momento parte de los buenos, amigos leales y aliados permanentes de las potencias occidentales hasta que los intereses de éstas hicieron modificar el guion.Elaborado el libreto viene la propaganda, la publicidad, y por ende el apoyo invaluable de las grandes centrales de noticias que actúan como verdaderas “casas productoras”. En el momento actual lo que la gente debe saber acerca de lo que ocurre en el planeta Tierra lo deciden solamente dos empresas de noticias, una es norteamericana y la otra es inglesa, ellos enfocan, editan, seleccionan, filtran y comparten nada más la información que se ajusta al libreto. Existen otros centros noticiarios en América, Europa y Asia, pero actúan en calidad de aliados o forman parte de las “casas productoras” oponentes.Quienes tienen los recursos tratan de analizar lo que afirman todas las partes para tener una idea medianamente objetiva de lo que pasa, pero este trabajo no es un deporte popular ni está al alcance de todas las personas, las mayorías sociales se quedan siempre con la versión oficial dominante en su región, haciendo del ideal de la “prensa libre” un objetivo que sigue sin poder alcanzarse.Adicionalmente los medios de comunicación para ser realmente libres requieren lo mismo de dignidad que de autonomía económica y fuentes de información propias, de lo contrario sufren los vaivenes de la realidad y acaban haciendo el ridículo. Cuando Napoleón se escapó de la isla de Elba, la prensa parisina publicó: “¡Se escapó el monstruo!”, cuando se supo que Napoleón había entrado a suelo francés, la prensa dijo: “Ha entrado el tirano”, y cuando el tirano fue bien recibido y aclamado por todos los pueblos por los que pasaba rumbo a París, la prensa dijo: “mañana ingresa a París su majestad”.armando.gon@univa.mx