Hoy que estamos llegando al centro de la Cuaresma, y podemos hacer un alto en nuestro agitado ir y venir cotidiano buscando un momento para encontrarnos con Jesús que nos introduce de lleno en el misterio más importante que el Dios Padre quiere revelarnos: el perdón es prerrogativa de Dios, pero es privilegio humano aprender a perdonar como perdona Dios.Aunque humanamente nos resistimos al perdón, sólo cuando aprendemos a perdonar, nos encontramos en la posibilidad de pedir perdón. Y a la inversa, sólo cuando nos sentimos necesitados de perdón, podemos entender el infinito amor de nuestro Dios que nos perdona.En este movimiento de vaivén en el cual se nos involucra el perdonar para ser perdonados, para darnos cuenta de la grandeza de este misterio que procede directamente del corazón de Dios y que atañe a cada uno personalmente, y todos y cada uno tenemos algo de qué pedir perdón a Dios a nuestra familia y a los demás.Recordamos aquello de que “la naturaleza nunca perdona, los humanos a veces perdonan, pero Dios siempre perdona...” por eso hoy que tenemos la oportunidad de meditar estas cosas, podemos gozarnos y gloriarnos de poder asemejarnos un poco al Dios de la vida, porque de El procede todo el perdón, la reconciliación y por lo tanto, la Salvación.Pero recordemos que es personal privilegio y compromiso de cada uno.