Viernes, 22 de Noviembre 2024

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El humor en tiempos de cólera

Por: Argelia García F.

El humor en tiempos de cólera

El humor en tiempos de cólera

Quizá la prueba de resistencia más grande para con uno mismo o con lo que nos rodea sea reír. El drama, el sufrimiento o el azote como se le conoce en el mundo corriente es tan natural para los hombres que pareciera que estas emociones son la única fuente de crecimiento posible. Ojo que esta no es una cuestión de “felizología” porque es verdad que nos pasarán cosas atroces y viviremos experiencias traumáticas en la vida, es verdad que ellas son no solo imposibles de prever sino que nos causarán naturalmente pesar. O sea sí, en esta vida tenemos ya razones suficientes para dramatizar, sufrir y azotarnos. El sufrimiento pues, aquel dolor del alma es una fuente poderosísima de inspiración y uno de los componentes que nos hace sentir más vivos y también -irónicamente- más cerca de querernos morir al mismo tiempo.

Dicen que las grandes penas de la vida no se resuelven sino que se disuelven, que no son problemas sino situaciones que con el tiempo y con mucho trabajo personal y comunitario van haciéndose más ligeras hasta que con suerte un día dejan de pesar tanto y así, sigue uno. Pero si éstas no se disuelven entonces la ira, la cólera, la rabia se apodera de ellas y las disfraza de dolor y ahí querido lector, es donde es prácticamente imposible reírse. Y lo que es peor, hacemos que los que nos rodean no puedan tampoco hacerlo. El opuesto de pasarla bien, de carcajearse de uno mismo, de disfrutar, no es el dolor sino la imposibilidad de avanzar, de darle vuelta a la página (a diario) y caminar aún hayamos sido nosotros los agraviados. La esperanza entonces es la ausencia de miedo y cólera y se abre como el cielo en el disfrute cotidiano. Quizá el ser humano es a lo que más miedo le tiene porque el camino de la víctima es mucho más compatible con la conmiseración propia y ajena.

Will Smith en la pasada entrega de los Premios Oscar escogió reírse desparpajadamente y luego escogió engancharse con lo que claramente su esposa no entendió: Chris Rock estaba comparando el aspecto físico de Jada Pinkett a la ninfa de los años 90’s Demi Moore. Eso fue todo. También molestó a otros asistentes pero esa es la prueba máxima de la comedia (o de la vida), revolcarnos en emociones para ver con cuál escogemos salir avante. Ahí, donde creemos que duele puede ser solo ira y la invitación está hecha, soltar y reír. El humor en tiempos de cólera generalizada por ni más ni menos la realidad en la que transitamos parece ser el reto más grande. Y lo es.

Larga vida al gremio de los comediantes, esos seres que alcanzan a vivir por encima de los demás gracias a la ligereza con la que caminan.

argeliagf@informador.com.mx • @argelinapanyvina

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