Dicen el refrán que “Más tarda en caer un hablador que un cojo” y eso parece ser la permanente historia del inquilino de Palacio. Y “como muestra, basta un botón” -reza otro refrán-: cuando hablamos de la presencia de agentes norteamericanos en suelo mexicano.Hay que remontarnos al 10 de diciembre de 2020 cuando en el pleno del Senado mexicano se aprobó una propuesta del presidente López Obrador para restringir las actividades de los agentes estadounidenses en el país y despojarlos de su inmunidad diplomática, además de obligarlos (?) a revelar a las autoridades mexicanas toda la información que tengan sobre los grupos delincuenciales o temas que estaban bajo su investigación. En aquel entonces se habló de la importancia de estos agentes, ya que mucha de la información que consiguen es de vital importancia para las autoridades mexicanas.Durante la actual administración ha sido un tema de “estira y afloja” en las relaciones de Palacio y la Casa Blanca, cuando se asume que bajo el cobijo de la embajada estadounidense hay muchos agentes en México trabajando en las investigaciones alrededor de los cárteles de la droga. Y una muestra de ello es lo sucedido el 17 de abril del año pasado, cuando AMLO explotó en contra de la DEA (Administración para el Control de Drogas de Estados Unidos) al conocerse de la infiltración de agentes de esa dependencia en el Cártel de Sinaloa que investigaban a los hijos de Joaquín “Chapo” Guzmán. Desde el púlpito de Palacio se calificó a las acciones como “injerencia abusiva y arrogante” y se “gritó” que “no puede haber agentes extranjeros” en México. López Obrador dijo que “podemos compartir información, pero son el Ejército, la Armada y la Guardia Nacional las -únicas- que pueden intervenir”. exigiendo al Departamento de Estado del país vecino que “tienen que poner orden”.La situación se tensó nuevamente el pasado 1 de febrero, cuando el mandatario mexicano señaló que las conversaciones con el gobierno estadounidense sobre migración y narcotráfico se pudieran ver afectadas por los reportes de prensa que hablan de presuntas donaciones del narcotráfico a la campaña presidencial de López Obrador en el 2006. “No hay ninguna prueba. Son unos viles calumniadores”, dijo AMLO en su mañanera.Hace 9 días -3 de abril- el Senado mexicano aprobó el ingreso a territorio nacional a agentes del Ejército de Estados Unidos -con armamento y municiones, se dijo en el comunicado- para “capacitar” a las fuerzas armadas de México, para “mejorar la capacidad de planificación y ejecución de operaciones especiales, habilidades necesarias para el desempeño del Ejército mexicano en sus labores”. Y esta semana la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP) y la Oficina de Investigaciones de Seguridad Nacional (HSI) anunciaron la Operacion Plaza Spike, que se lanza como advertencia a productores y traficantes de fentanilo que operan desde México. Alejandro Mayorkas, secretario de Seguridad Nacional, quien estuvo en Nogales, Arizona, en el arranque de la operación, dijo que se aprovechará la asociación con otras agencias gubernamentales, sin especificar si serán mexicanas, para recopilar inteligencia y ubicar a los líderes de los cárteles. Obvio es señalar que si el fentanilo procede de México y de este lado se encuentran sus cabecillas, van por ellos, ademas de que es lógico que teniendo a los “capacitadores” del ejército de este lado, se les aproveche para que sean los que ayuden en la coordinación del operativo.Al final de cuentas, a pesar de “berrinches” y posturas del inquilino de Palacio -en este caso el “cojo”-, queda como el “hablador” del refrán.¿Usted, qué opina?daniel.rodrigiez@dbhub.net