Sábado, 04 de Enero 2025

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El faro zapatista ante la catástrofe

Por: Rubén Martín

El faro zapatista ante la catástrofe

El faro zapatista ante la catástrofe

Caminando bajo las sombras, en silencio y en secreto, hace 31 años miles de indígenas de las comunidades mayas de Chiapas tomaron cinco ciudades de ese Estado para aparecer en público, decir “Ya basta” y declararle la guerra al Gobierno de México. Los combatientes del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, que tenían 10 años previos de trabajo y organización antes de aparecer públicamente, dieron a conocer la 1º Declaración de la Selva Lacandona, donde justificaron su decisión de levantarse en armas y reclamar sus 13 demandas básicas para una vida digna: tierra, trabajo, alimentación, vivienda, salud, educación, independencia, democracia, libertad, información, cultura, justicia y paz.

Desde entonces, los zapatistas se han convertido en un referente no sólo para la vida política nacional por todas las repercusiones que tuvo para la sociedad de abajo en México, especialmente para los pueblos indígenas del país, sino también para la izquierda latinoamericana y mundial. 

Después del alzamiento zapatista, el gobierno mexicano se vio obligado al alto al fuego, obligado por una extraordinaria movilización de la sociedad civil que abrazó solidariamente al movimiento insurgente indígena. Tras ello, el EZLN se comprometió a guardar (no entregar ni a deshacerse de ellas) las armas para dar una oportunidad a la paz. Producto de ese compromiso se llevaron a cabo los diálogos por Derechos y Cultura Indígena en San Andrés Larráinzar. Tras los diálogos, el Gobierno de México firmó con el EZLN el 16 de febrero de 1996 un compromiso para modificar la Constitución y otorgar derechos a los pueblos indígenas y atender las demandas de justicia e igualdad para todo el país.

Lamentablemente, la clase política gobernante (PRI, PAN y PRD) traicionaron dichos acuerdos, por lo que los zapatistas decidieron cortar toda relación con el Estado mexicano. Desde entonces se dedicaron a organizarse para vivir autónomamente. Sus avances son notables en todos los campos: salud, esperanza de vida, educación, seguridad, trabajo, techo y una vida mucha más digna que la que tenían antes del alzamiento. 

El EZLN es una organización político-armadas muy sui géneris comparada con otros grupos guerrilleros de América Latina y se ha distinguido, entre otras cosas, por sus potentes mensajes cargados de simbolismos y del análisis de una cruda realidad, sin por ello apostar por la resistencia y la esperanza. Es de enero de 1994 uno de sus mensajes más emblemáticos, que surgió cuando el Estado mexicano supuestamente les ofrecía perdón, después del alzamiento del 1º de enero de ese año: “¿De qué nos van a perdonar? ¿De no morirnos de hambre? ¿De no callarnos en nuestra miseria? ¿De habernos levantado en armas cuando encontramos todos los otros caminos cerrados? ¿De haber demostrado al resto del país y al mundo entero que la dignidad humana vive aún y está en sus habitantes más empobrecidos? ¿De habernos preparado bien y a conciencia antes de iniciar? ¿De haber llevado fusiles al combate, en lugar de arcos y flechas?  (…) ¿De luchar por libertad, democracia y justicia? ¿De no seguir los patrones de las guerrillas anteriores? ¿De no rendirnos? ¿De no vendernos? ¿De no traicionarnos?”.

El EZLN sigue sin traicionarse, lo que no quiere decir no equivocarse y de ahí deriva otras de sus virtudes políticas: la de la autocrítica y capacidad de enmendar y enderezar el rumbo como anunciaron hace un año al reorganizar las estructuras de gobierno de las comunidades zapatistas. 

Hoy, a 31 años del alzamiento, el EZLN sigue convocando a las resistencias y comunidades organizadas de abajo, y a la izquierda a preguntarse sobre lo que viene para el capitalismo en crisis bajo el tema siguiente: “La Tormenta, el crimen, el verdugo y las víctimas”. Ellos ya encontraron la respuesta, en voz del capitán insurgente Marcos. “Nosotros ya hemos recorrido ese proceso. Hemos determinado que el criminal es un sistema, que la víctima es la humanidad, el veredicto es culpable, y que la sentencia es desaparecerlo, destruirlo, aniquilarlo… y en eso estamos empeñados, dispuestos y decididos, aunque seamos minoría”. Tres décadas después del alzamiento, el EZLN sigue siendo un referente para las comunidades y movimientos sociales que luchan por cambiar el mundo, y en ese sentido, siguen siendo un faro contra la catástrofe que se avecina. 

rubenmartinmartin@gmail.com

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