Hace apenas unos días -11 de septiembre- se recordó el 50 aniversario del sangriento golpe de Estado que acabó con la democracia en Chile, donde el general Augusto Pinochet derrocó al Gobierno socialista de Salvador Allende y permaneció en el poder por casi 17 años. De ese acontecimiento a la fecha, en América Latina han sido numerosos los intentos y derrocamientos, que se han presentado de diferentes formas, desde militares, parlamentarios o blandos -también conocido como lawfare, cuando se controla a las instituciones, sobre todo judiciales para limitar las garantías o derechos político/electorales de los contrincantes-.Posiblemente de los intentos más recientes y con repercusiones a nivel mundial es lo que sucedió el 6 de enero de 2021 en el Capitolio de Washington, cuando arengados por Donald Trump -quien no reconoció la derrota electoral- sus seguidores invadieron violentamente el Congreso, que tiene al ex presidente en la antesala de un juicio en una Corte federal y que pudiera llevarlo a la cárcel. Eugene Robinson, uno de los columnistas de más prestigio del periódico The Washington Post, la noche de ese mismo día escribió: “Lo que sucedió esta tarde en el Capitolio de Estados Unidos fue un intento de golpe de Estado, incitado por un presidente sin ley que intenta desesperadamente aferrarse al poder y alentado por sus cínicos facilitadores republicanos en el Congreso. Hay que culpar a Trump y también a los miembros republicanos del Congreso, quienes buscaron impulsar sus propias carreras políticas validando las fantasías paranoicas y egoístas de Trump”.El caso más reciente de intento de golpe de Estado sucedió en Brasil después de las elecciones del 30 de octubre del año pasado, cuando Jair Bolsonaro perdió la elección ante Lula da Silva por una cerrado margen -50.9% contra 49.1%-. Esta semana el teniente coronel Mauro Cid, quien durante cuatro años fue secretario particular de Bolsonaro, declaró a la Policía que tras la derrota electoral, en aquel entonces el aún mandatario se reunió con la cúpula militar para consultarles sobre un posible golpe de Estado -según publicó el proveedor brasileño de servicio de internet UOL-, pero que no tuvo respaldo total, sólo fue avalado por el jefe de la Armada. Por la forma como se han desarrollado los acontecimientos políticos en México a partir de la llegada de López Obrador a la Presidencia y por las circunstancias que se han presentado en la últimas semanas, con el surgimiento de un fenómeno en la oposición -Xóchitl Gálvez- que ya no facilita -como se pensaba- la victoria del oficialismo en las urnas y puede ‘complicar’ la elección presidencial del próximo 2 de junio, en la mente de muchos de nosotros ha ‘brincado’ la inquietud de que desde Palacio se pudiera recurrir a algún tipo de ‘recurso’ que pudieran garantizar la continuidad de la Cuarta Transformación. En febrero pasado, la doctora en Ciencia Política Fernanda Vidal-Correa -profesora/investigadora de la Universidad Panamericana, Campus México- en una entrevista con la revista Expansión hacia referencia a esa posibilidad, cuando dijo: “En México incluso hay quienes podrían decir que está ocurriendo en esos momentos con la ministra (Yasmín Esquivel), qué casualidad que en estos momentos no estamos dando cuenta del plagio de tesis, que pidamos que dinamita, pero ¿por qué en estos momentos? En la política no hay coincidencias, a mí lo que me llama la atención y lo que más me preocupa es el uso de la institución, el uso de los tribunales, el uso de las leyes que existen para bloquear las aspiraciones, para bloquear las formas de gobierno, la agenda pública, que puede que esté en manos de personas que no nos parece, que ideológicamente dista de lo que nosotros queremos, de lo que aspiramos a tener en nuestros países, pero que son gobiernos que son electos de manera legítima. Esas casualidades son las que se vuelven sospechosas”, dijo. ¿Serán solo fantasmas?. ¿Usted, qué opina?daniel.rodriguez@dbhub.net