Un dogma es un “punto esencial de una religión, una doctrina o un sistema de pensamiento que se tiene por cierto y que no puede ponerse en duda dentro de su sistema”. Y tal parecería que las Asociaciones Público Privadas (APPs) son una herejía en el pensamiento de algunos funcionarios de la 4T; son malas y hay que terminar con ellas. Sin embargo no necesariamente es así.En días pasados, el BID publicó un texto magnífico coordinado por Gerardo Reyes-Tagle “Bringing PPPs into the sunlight” que hace un balance serio, técnico y objetivo de este mecanismo de asociación público-privada para proveer servicios o hacer trabajos que en condiciones idóneas debería hacer el gobierno. Las APPs se han usado ya hace un par de décadas, con relativo éxito en todo el mundo justamente por que los gobiernos tienen un cúmulo de limitaciones para cumplir con sus distintas tareas. El texto del BID se centra en hacer un análisis de las APPs en la región de 1990 a la fecha.Como bien apuntan los autores, claramente las APPs no son la panacéa en términos de inversión y resultados. Reyes-Tagle las caracteriza diciendo que no son el “genio dentro de la botella”, que simplemente por salir de su encierro resuelve mágicamente los retos del gobierno. Los ciudadanos exigimos buena infreastrucutra (carreteras, transporte público) y serivicos de salud o seguridad (cárceles), donde los gobiernos no necesariamente cúmplen con la calidad, cobertura y alcance que la sociedad y el crecimiento de la econmía exigen. De ahí que en todas estos sectores se han utilizado APPs en Europa, Asia y América.Bien usadas las APPs pueden ser una herramienta más eficiente para el uso de recursos públicos y brindar una mejor calidad en los servicios. Mal usadas pueden ser parte de esquemas de corrupción, y ni siquiera atender el propósito por el cuál fueron creadas. Vale la pena leer el texto del BID para entender mejor y las capacidades institucionales que se requieren para su uso eficaz, en beneficio de la sociedad.