Hace algunos días, España, Irlanda y Noruega dieron un paso valiente al reconocer al Estado palestino, un acto cargado de simbolismo político que intensificó la presión sobre las controvertidas acciones militares del gobierno de Netanyahu en la franja de Gaza. Este reconocimiento no solo refleja un cambio en la opinión internacional, sino que también enfrenta a la administración israelí a una orden de detención emitida por el Fiscal de la Corte Penal Internacional contra el primer ministro israelí. Aunque esta orden es más simbólica que ejecutable, establece un precedente crucial..Mientras tanto, el Gobierno de los Estados Unidos, liderado por Joe Biden, ha estado trabajando arduamente para frenar la violencia contra la población civil en Gaza, aunque sin mucho éxito debido a la inflexible postura del Gobierno israelí. En un movimiento sin precedentes, Biden restringió el envío de ciertas bombas al ejército israelí, demostrando un compromiso con la paz y la protección de los civiles.La comunidad internacional está cada vez más convencida de la necesidad urgente de detener las acciones militares. Esta situación coloca a los gobiernos en una encrucijada, obligándolos a definir su postura. México, conocido por su histórica posición a favor de la resolución pacífica de los conflictos, navega estas aguas turbulentas con cautela. Los crímenes cometidos por Hamas y el ejército israelí son atroces e inaceptables, afectando a menores, mujeres y hombres inocentes atrapados en un conflicto alimentado por profundas convicciones políticas y religiosas.Países progresistas de Europa y América Latina ya han expresado su apoyo a una solución basada en la coexistencia de dos estados. Los pasos dados por España, Irlanda y Noruega son significativos y valientes. En México, el presidente López Obrador enfrenta una decisión crucial. Aunque inicialmente ha optado por esperar, reconocer al estado palestino podría ser una poderosa muestra de solidaridad con los gobiernos progresistas. Sin embargo, esta decisión también conlleva riesgos, dado el fuerte apoyo de sectores conservadores de los Estados Unidos y de muchos demócratas hacia Israel. En el contexto actual, apoyar a Palestina podría ser erróneamente interpretado como un respaldo a Hamas, complicando aún más la diplomacia.El costo político de esta decisión en el escenario internacional es enorme. La postura de Biden y, más aún, la de Trump, respaldan firmemente a Israel. Sin embargo, en México, estudios indican que la mayoría de la población apoya al pueblo palestino en su lucha por el reconocimiento internacional.Este dilema es un claro enfrentamiento entre la popularidad política y el pragmatismo de los intereses nacionales. Es vital seguir de cerca la evolución de este conflicto y evitar respuestas ideológicas que puedan agravar la situación. La espera prudente del presidente López Obrador refleja sensatez y pragmatismo en un momento crítico. Sin duda, llegará el momento de tomar una posición clara. Con indicios de que la administración de Biden busca un acuerdo de paz antes de las elecciones de noviembre, un pronunciamiento a favor del pueblo palestino será no solo oportuno, sino también moralmente correcto y alineado con los principios de justicia y humanidad que México ha defendido históricamente.luisernestosalomon@gmail.com