Es costumbre sexenal que un Presidente electo se involucre en la elaboración del presupuesto de lo que será su primer año de Gobierno. Así pasó con Andrés Manuel López Obrador (AMLO) en 2018. Y ahí fue la primera ocasión en que AMLO quiso desaparecer el Senasica.López Obrador tiene claro qué quiere hacer con el dinero público: programas sociales de entrega directa de fondos, algunas pocas obras -enormes, polémicas y pretendidamente emblemáticas-, dar muchos recursos a empresas energéticas del Estado y desaparecer los más posibles de los esquemas de apoyo a entes externos (desde estancias infantiles a becas para científicos). ¡Ah! Y ganar elecciones.Para tal efecto, en la transición succionó recursos de muchos programas que quedarían lastrados presupuestalmente a partir de 2019.Y en esas andaba cuando en su Excel se le atravesó el Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (Senasica). Quítenle los recursos, dijo el tabasqueño en una reunión realizada en ese periodo. Los que le escuchaban estaban atónitos. Le explicaron lo importante de la vigilancia fitozoosanitaria. No le va a pasar nada a las vacas por un par de años que no se les inspeccione, fue la respuesta -palabras más palabras menos- de quien tomaría posesión el 1 de diciembre de aquel año.De alguna forma cupo la sensatez y por aquella ocasión no se desapareció el Senasica. Hasta ahora.El reforzamiento del plan antiinflacionario gubernamental consta de, según se informó la semana pasada, facilidades para que 15 empresas importen alimentos. Menos impuestos y, sobre todo, nada de inspecciones del Senasica o la Cofepris.Esa medida, reseñada aquí en los dos últimos días, pone contra la pared a México al aumentar drásticamente las posibilidades de introducción a nuestro país de productos que pudieran no cumplir con la calidad e inocuidad. Se pone en riesgo la salud de los mexicanos y de la planta productiva agropecuaria. Nomás.Y supone, al mismo tiempo, por la forma en que se trata el asunto desde Palacio Nacional, una amenaza de muerte al Senasica, a cuyo director se ha acusado, sin prueba alguna (of course), de estar al servicio de no sé qué intereses y de ser un obstáculo para que los mexicanos tengan más productos en el mercado, de forma que eventualmente bajen los precios de los mismos.El Presidente llegó a decir en una mañanera de esta semana que el Senasica se opone a que tengamos pavos, cuando lo que ese organismo está revisando es que, dado que Estados Unidos es el principal proveedor de los pavos que consumimos aquende el Bravo, y dado que nuestros vecinos sacrificaron 40 millones de esas aves por epidemia severa de influenza aviar, se han reforzado las inspecciones y, pues sí, habrá menos de esos pechugones. En algunas mesas no habrá pavo, pero la buena noticia es que si las inspecciones funcionan en todo el país no habrá influenza aviar.La verdad sea dicha la única esperanza que tenemos es que Adán Augusto López Hernández se aboque a defender al Senasica.Porque si es cierto eso de que es el secretario de Gobernación el que logró el milagro de que AMLO aceptara que en el quinto transitorio militarizador se negociaran más allá de comas, de que se abriera el Gobierno a hacer política, pues entonces hay esperanza de que si al también tabasqueño de Bucareli se le prende el foco igual y defiende a una institución que hoy cuesta cinco mil 500 millones pero vale más, mucho más para nuestra salud y nuestra economía. Y por cierto, ¿qué hace Rogelio Ramírez de la O?