¿Qué harías con 217 litros de agua al día? Te lo diré: si eres tapatío, usarlos para bañarte, lavarte las manos, lavar los trastes, cepillarte los dientes, usar el inodoro. Cada día 217 litros. Mucho más de los 100 litros diarios que recomienda la OMS. Eso gastamos en promedio los tapatíos en 2023. El año pasado consumimos más litros de agua por habitante al día que en 2020, año de la pandemia (212); que el 2021 cuando la crisis hídrica (210) y que el 2022, un año relativamente tranquilo (212). Los datos surgen de los informes anuales del Siapa. El Valle de México vive un desabasto de agua sin precedentes. Nuevo León lo enfrentó el año pasado. En Jalisco atravesamos algo similar en el 2021. Políticos, especialistas, activistas, todos hablan del tema: el día cero del agua nos alcanzará si no hacemos algo. Los ciudadanos tenemos una deuda cívica pendiente por nuestro consumo excesivo de agua. Sin embargo, los políticos aprovechan esa carga moral contra el usuario para responsabilizarnos de una crisis que además de social también es política, económica y tecnológica. ¿Conocen el término “agua virtual”? Engloba el agua necesaria para producir los bienes y servicios que consumimos. Por ejemplo, un kilo de aguacate requiere 250 litros de agua. Un vaso de jugo de naranja: 50 litros. Un litro de leche: mil litros de agua. Un celular: 23 mil 200 litros de agua. Esa agua también cuenta. El consumismo y extractivismo demanda mucha agua. No es casualidad que las tres entidades más prósperas, Jalisco, Nuevo León y Ciudad de México, enfrenten estrés hídrico. Tampoco es un problema local sino nacional y global. Pero tiene sus acentos. De cada 10 litros que suministra el Siapa, entre tres y cuatro se pierden por fugas, según el Imdec. Convivimos con el río Santiago, el más contaminado de México. Vivimos un boom inmobiliario, agroalimentario y productivo. Todo eso cuesta agua. De cada diez litros que llegan al Área Metropolitana de Guadalajara, casi siete provienen de Chapala, poco más de dos salen de pozos y el resto de la Presa Calderón. Ni el agua subterránea ni Chapala son eternos. Mientras, la ciudad crece, consume y produce. Veamos la película completa: sequía extrema, cambio climático, crecimiento demográfico, abandono histórico de la gestión del agua, contaminación, rezago tecnológico, corrupción, desperdicio, sobreexplotación y depredación ambiental. El día cero del agua en México se acerca. No lo solucionará un acueducto, una nueva presa o más pozos. El problema es más complejo: es político, social, económico y tecnológico. ¿Por dónde y cuándo comenzamos? jonathan.lomeli@informador.com.mx