Nadie puede acusar a un perro de comerse un trozo de carne que le dejen al alcance de su boca. Tampoco se puede acusar a un político de ejercer el poder y buscar consolidarlo, ampliarlo o fortalecerlo. De ambos, del perro y el político, esperamos que actúen conforme a ciertas normas, pero en ambos casos sabemos que el instinto estará siempre por encima de cualquier otro impulso.Todos los presidentes, en todas las democracias, buscan tener el mayor número de ministros nombrados por ellos en la Corte. Es una de las luchas continuas de los presidentes, tanto el estadunidense y por supuesto también en México. A cada presidente le toca proponer, que casi es decir nombrar, entre dos y tres ministros de la Corte en su periodo. Así está diseñado el sistema de reemplazos en la Corte para asegurar los equilibrios. Pero todos hubiesen querido tener cuatro nombramientos, porque ese es el número mágico para romper cualquier acción de inconstitucionalidad en contra de la presidencia (se requiere un mínimo de ocho de los once votos para ello; si tienes cuatro de tu lado nunca se alcanzará esa mayoría).No es extraño, pues, que López Obrador haya aprovechado el filete que le dejaron en la mesa y que se lo haya tragado de un bocado. En ministro Medina Mora resultó ser el delgado hilo por el que el presidente va a lograr romper el equilibrio y tendrá el nombramiento de cuatro ministros en su periodo. La discusión se ha centrado en si hubo presiones al ministro Medina Mora para que renunciara, o que si su renuncia fue provocada por las investigaciones que se hacen en su contra. Es obvio que sí. Nadie renuncia a un cargo de ministro de la Corte si no hay una causa de fuerza mayor.La pregunta que tenemos que hacer no es si lo presionaron sino por qué lo nombraron. La postulación de Medina Mora por parte del presidente Peña Nieto ha sido una de las más cuestionadas y debatidas en el Senado. Se puso sobre la mesa no solo lo delicado de sus cargos anteriores (fue director del CISEN y Procurador General de la República) sino su perfil como jurista. Entró con calzador en un ejercicio de poder del presidente Peña (algo similar a lo que sucedió en el más reciente nombramiento de la ministra Jazmín Esquivel). En su corto paso por la Corte tuvo resoluciones muy controvertidas, la más sin duda extrañísima suspensión para que el gobierno de Chihuahua no pudiera investigar a funcionarios federales por el desvío de recursos públicos de ese estado a campañas del PRI, una resolución son un claro sesgo partidista.El cuarto voto en la Corte para López Obrador es, pues, más producto de los errores del gobierno pasado que de la perversidad del actual, y vaya que en eso se pinta solo.(diego.petersen@informador.com.mx)