En Estados Unidos, más que tiempo de mujeres, parece ser el tiempo de la polarización social extrema en medio de la cual encajó a la perfección el discurso xenofóbico y anti inmigrante recargado de Donald Trump, que volverá el 21 de enero próximo a la presidencia de los Estados Unidos.Pese a ser el misógino más visible en el mundo, este magnate metido a la política ha conquistado el voto femenino estadounidense, que le ha permitido evitar que se rompa el techo de cristal en EU, ganando la elección del 2016 a Hillary Clinton, y el martes a Kamala Harris. Su discurso antiaborto y de intolerancia a las preferencias sexuales de las minorías, lejos de afectarlo, le trajo simpatías de los sectores conservadores anglosajones e hispanos que castigaron por esa agenda a la candidata demócrata.La población que vive en los Estados Unidos perdonó mayoritariamente los delitos cometidos por Trump que se ventilan en los juzgados, incluida la rebelión que promovió el 6 de enero de 2021, y que degeneró en la vergonzosa toma del Capitolio. Si hace cuatro años se degradó con ello el otrora modelo democrático ejemplar del país vecino, el apabullante triunfo trumpista habla de una comunidad en decadencia, cuyo bienestar económico está por encima de cualquier otra preocupación. Por eso la expectativa de mejora en este rubro los hace ignorar y hasta celebrar el discurso radical de la expulsión de migrantes y el cierre de la frontera con México. Ahí está el origen de los nuevos votos que ganó Trump en las comunidades hispanas y en los estados bisagra, que le hicieron ganar el “carro completo”. La mayoría en la Cámara de Representantes, en la Cámara de Senadores, así como la mayoría de las gubernaturas. Cómo evitar traer a la mente el gobierno sin contrapesos que tiene ahora la 4T en México y que tendrá igual el presidente 47 de EU. Al igual que en su momento en México el fundador de la cuarta transformación, Andrés Manuel López Obrador, reprochaba a las autoridades electorales que le habían respetado su triunfo en la elección presidencial por la gran ventaja que obtuvo en el 2018, el martes Trump escribió en sus redes antes de los resultados definitivos: “Es muy grande, para manipularlo”, jactándose que la diferencia de votos era de tal grado a su favor, que las autoridades no podrían volver a hacerle fraude, como reclamó hace cuatro años y en su pasada campaña electoral. Pero su mesianismo fue mayor, cuando en referencia al atentado que sufrió en la contienda, afirmó que Dios le había salvado la vida para él “salvar a Estados Unidos”.La relación bilateral México-Estados Unidos, que terminará con fuertes tensiones con el gobierno demócrata, podría tornarse de mayores riesgos de ruptura, si partimos de la amenazante narrativa de Trump hacia México en campaña. Muy pronto veremos de qué tamaño serán esas amenazas que surjan cuando se sienten a la mesa dos gobiernos de “carro completo”, sin contrapesos internos y que sienten que pueden decidir lo que sea necesario en nombre del pueblo al que llegaron a salvar.jbarrera4r@gmail.com