“Edna” (2021), de Eryk Rocha, es el retrato de una exguerrillera que combatió en la Guerra dos Perdidos contra la dictadura militar en Brasil durante los años setenta. Los soldados desplegaron sus cuadrillas para quitarles tierras a los habitantes del Amazonas. Aunque “Edna” en particular logró sobrevivir, fue encarcelada y torturada junto a otros campesinos.Al igual que la selva, la piel de “Edna” todavía conserva lesiones de aquellos tiempos. Carreteras y cicatrices, deforestación y traumas son además de marcas del pasado, heridas abiertas. Por eso una frase recurrente de la película es “la guerra nunca terminó”. Así, la historia se hace latente.El viento que mece las telas, la voz en off que susurra una canción de cuna y el blanco y negro de la imagen, evocan una sensación de nostalgia. No obstante, no es añoranza del pasado lo que siente la protagonista, sino la necesidad de escapar a sus violentos recuerdos. La tranquilidad de la imagen y lo crudo del testimonio, provocan un contraste que permite sobrellevar una remembranza dolorosa.No obstante, la visión de esta mujer que parece estar sólo orientada hacia lo que ya pasó, cada vez se relaciona más con su entorno actual. “Edna” compra lentes y como si también mejorara la visión de la cámara, al poco tiempo la película cambia su registro en blanco y negro por uno a color. Es en ese momento cuando la escuchamos por primera vez contemplar y describir el paisaje que la rodea. Pareciera que la memoria conmocionada de “Edna” comenzara de forma pausada a aceptar el olvido y, por lo tanto, el presente.