De hecho, la historia se nutre de cambios, pero de repente se antoja que algunos se hagan urgentemente. El cambio del presidente de Estados Unidos era uno de ellos, como lo era también, hace dos años, el del régimen político mexicano. Si fueron para bien, o no, eso es otra cosa.Asimismo, nuestro gobernador llegó anunciando cambios radicales, incluyendo hasta el de la Constitución Política del Estado. Tal vez no sea malo en este caso que lo haya dejado pendiente, pero lo cierto es que ahora hay ciudadanos que salen a la calle pidiendo también su remoción.Yo hace tiempo que pregono la necesidad de un cambio medular en el equipo Guadalajara: no es necesario especificar que se trata de las “chivas”, porque hace años que asesinaron a las espléndidas instalaciones del club para ganarse los muchos pesos que requerían los dispendios de su amo y señor.Por cierto que la mutación de una “asociación civil” por una “sociedad anónima”, aparte de que era ilegal, inició la decadencia de la popularidad del conjunto futbolero que contaba con el corazón de la inmensa mayoría de la “fanaticada” mexicana.El cambio de un horario dominguero que promovía la asistencia familiar, a otro más bien de farándula, rompió con una tradición de décadas y, además, alejó a la gente más modesta de las tribunas, por no decir que, el cambio del estadio Jalisco a otro que, desde la lejanía, parece un gran excusado y resulta prácticamente inaccesible para quienes no tienen coche, dejó a un importante sector de la sociedad sin un aliciente vital.No tiene caso hacer una relación de los cambios que, desde su perspectiva imperial se hicieron en el club al extremo de que Su Majestad tuvo que recatarse en su palco suntuoso so pena de que los aires del estadio se llenaran de sonoras sacudidas a su árbol genealógico.Cuando dejó de ser una institución especialmente de servicio público para convertirse en un pozo de extracción como cualquier negocio, empezó el declive, máxime porque le han tenido que sacar más de la cuenta y no hay manera de tener nóminas decorosas y, sobre todo, sin continuidad.Aquel “rebaño sagrado”, exitoso y querido, se nutría más que nada de gente nacida en la misma casa y no con jugadores y dirigentes procedentes hasta de los equipos más rivales.El resultado está a la vista. El otrora campeonísimo ahora da de qué hablar no por sus triunfos sino por sus desórdenes y confrontaciones en los tribunales…Somos muchos quienes tenemos gran cariño por los colores del Guadalajara, pero nos hemos declarado “en el exilio” mientras dure el gobierno que deambula entre fracaso y fracaso, de manera que el cambio que consideramos que debe hacerse en ese querido equipo con suma urgencia es el de dueño.