El arte urbano no debería ser ninguna frivolidad. Como los caballitos de avenida Lázaro Cardios (Las Torres). O como los pintarrajeos sobre las bonitas columnas de la Línea 3. No hay tiempo, ni dinero ni esfuerzo para los egos, para las bienintencionadas tonterías que por tanto tiempo han degradado el arte urbano tapatío.Es increíble que los “artistas urbanos” ni siquiera entiendan lo que el maestro máximo del arte urbano mexicano, Fernando González Gortázar ha dejado reiteradamente dicho en Guadalajara y en diversas partes del país y del extranjero. Una sola, enorme mención: las “pistolas” de la entrada del parque dedicado a su padre, sobre la avenida dedicada a su padre, el gran y controvertido gobernador José de Jesús González Gallo. Lo que allí Fernando su hijo implantó magistralmente es toda una carta al padre cifrada con cristalina transparencia. Aprendamos y agradezcamos, por favor. Jose Dávila, el único, ya lo viene haciendo. Quizás Paquiro Ugarte y Gonzalo Lebrija también.Jalisco es el campeón nacional en la tristísima competencia por tener las mayores narcofosas. Simplemente dos casos: Los Sabinos, en El Salto: 115 cadáveres; El Mirador, en Tlajomulco: 171 cadáveres. Agujeros infernales es donde terminaron sus vidas 286 seres humanos. Inocentes o esbirros, mujeres u hombres, niños o viejos. Absolutamente intolerable. Dolorosísimo o letal para 286 familias, para miles de personas que pudieron tener vínculos de afecto o de parentela con los muertos.Propuesta: que en cada narcofosa un artista sea designado por el gobierno y la sociedad civil para intervenir el lugar. Se valen solamente estelas, de entre 8 y 15 metros de altura, hechas con material reciclable y dentro de un presupuesto reducido. En cada estela se inscribirán los números del 1 al 115, al 171 o lo que venga al caso. Después de cada número se pondrá el nombre de los muertos identificados, a medida que las identidades sean establecidas por la autoridad.Con esta idea se zanjará la costosa discusión acerca del arte urbano, el grafiti y todo eso. Chamba para todos los artistas callejeros. Además, por supuesto que se les va a pagar. Para que ya el gobierno deje en paz las bonitas columnas de los genteductos de Revolución y Ávila Camacho, y deje que la prometida jardinería surta el efecto originalmente planeado para mitigar el impacto de ambos viaductos aéreos.El arte, nos lo han enseñado tantos, desde Vitrubio, Paladio, The Clash o Fernando González Gortázar, sirve para curar, para celebrar y hacer que el mundo sea mejor. Pero es siempre un arte de combate, en el estilo y la sutileza que vienen al caso. Puede ser la Pietá de Miguel Ángel, puede ser la Puerta Amarilla de González Gortázar.Gobierno del Estado, Secretaría de Cultura, Ayuntamientos, artistas: a ponerse las pilas ya.