Durante más de dos décadas Marcelo Pérez Pérez dedicó su vida sacerdotal a enarbolar la bandera a favor de los derechos de los pueblos indígenas, en su lucha en contra del crimen organizado y en el activismo por la paz en uno de los estados más violentos de México, como lo es Chiapas. Propios y extraños, estando o no de acuerdo con él, le daban el reconocimiento a su labor a favor de la pacificación y de las causas justas. Su labor terrenal terminó cuando un gatillero descargó su arma, solamente minutos después de oficiar misa.La consternación y desaprobación por la salvaje agresión salieron de todos los sectores de la población, de la cúpula eclesiástica y de organizaciones a nivel internacional. Ante una labor tan noble, digna, justa y ejemplar, le valieron el reconocimiento. Nadie ponía en duda la legítima lucha y actividad del padre Marcelo. Todo era un permanente reconocimiento a su lucha cuando dejaba la sotana y bajaba del altar, para recorrer calles, organizar mítines y pregonar su mensaje de alto a la violencia, donde hubiera paz y respeto.Pero no podía faltar “el prietito en el arroz” para intentar manchar la imagen del sacerdote victimado y ¿de donde creen? De las mismas entrañas del movimiento oficialista, del partido en el poder, de Morena, para acusarlo de estar involucrado o en contubernio con algún grupo delincuencial. Fue la diputada federal plurinominal de Morena, Carmen Patricia Armendariz Guerra -originaria de Comitán de Domínguez, Chiapas-, quien con mucha ligereza, sin pruebas para justificarlo, escribió un mensaje en la red social X, donde acusa: “Me atrevo a sospechar que el crimen organizado ha rozado a la Iglesia. El sacerdote asesinado en San Cristóbal a decir de muchos tenía bienes que no venían de la limosna. Menos de una comunidad tan pobre”.El infundado e irresponsable comentario fue escrito por una funcionaria federal, quien no es ninguna improvisada, ya que es su historia de vida se acredita que es licenciada en Actuaría de la UNAM, que realizó una maestría en Desarrollo Económico en la prestigiosa Universidad de Cambridge y un doctorado en Economía en la Universidad de Columbia, además de haber sido consejera del Grupo Financiero Banorte.Ante la reacción social ante la bajeza difundida, la legisladora borró el mensaje y trató de disculparse: “Lamento muchísimo que un tuit que pretendía arrojar información a los hechos ocurridos en Chiapas haya generado la opinión de que están acusando a una víctima. Pido una disculpa a la iglesia y a sus familiares porque no fue mi intención... ”.El mensaje original “no pretendía arrojar información”, “sospechaba” -dijo claramente- “que el crimen organizado ha rozado a la Iglesia” y acusaba que los “bienes -del padre Marcelo- no venían de la limosna”. Entonces, ¿qué quería decir o cómo podemos interpretarlo? Es la clase política envuelta en un movimiento donde el poder que se han creado piensan que les da atribuciones para fomentar el arte de mentir, calumniar y difamar, y más utilizando, involucrando y manipulando a “una comunidad pobre”, que es la que los catapultó a la cúspide donde se encuentran.¿Usted, qué opina?