El proceso de tomar una decisión de vida funciona de la misma manera que el Waze llevándonos a algún lugar deseado. Primero que nada -pequeño detalle- tiene uno que saber a dónde va. Tanto en la vida como en el Waze esta cuestión a definir la llamamos “destino” y tiene uno que ser sumamente cuidadoso al escogerlo, no se puede tomar una decisión así con el subconsciente o andando en otro canal al hacerlo o resultaría un despropósito completo. Una vez en un estacionamiento gigante, mientras esperaba el puesto de un coche que parecía que saldría de él, el conductor saliente y presuroso no se percató que había otros muchos automóviles pasando por detrás y mientras escribía en el teléfono su destino se le estampó a un pobre sin suerte de aquel día. Por lo tanto, debe usted asegurarse aunque tenga toda la prisa del mundo por llegar, de tomarse el tiempo para tener la claridad de saber exactamente hacia dónde se dirige. Una vez tomada la decisión ubique las posibles rutas (no siempre la más corta es la más placentera), vea los posibles embotellamientos, choques, obras y sobre todo y muy importante, use su intuición. El camino, por más liso y llano que parezca presentará más sorpresas de las mencionadas y usted mismo podrá incluir parte de lo que ve, es decir, su conocimiento sobre la ruta, a los demás. Vaya pues, despeje la mirada y vea con todos sus sentidos, ese camino por más veces recorrido nunca será el mismo así sea transitado con la misma o las mismas personas. Nunca volverá a la escuela a dejar a sus hijos el mismo día, nunca volverá a recoger a su mujer del trabajo aquella tarde lluviosa por más que parezca que es la misma y que la lluvia y la tierra en esta ciudad siempre huelen a lo mismo. Cada día, cada camino, cada ruta aunque sea la misma marcada de inicio, nos lleva a nosotros que somos distintos. Algunos días, inexplicablemente, habrá muchísimo más tráfico del anunciado, trate de no blasfemar y comparta su conocimiento, haga su aporte para que con suerte alguien más tome otra ruta y no escoja el mismo estacionamiento, conténgase, no se reprima, pero sí busque contenerse, ponga la música que le dijeron que no era tan de caché escuchar pero que a usted lo hace sentir vivo y cante que todavía le quedan 40 minutos en llegar a su trabajo y qué cree, llegará tarde. Otros días en cambio, tendrá una suerte de perro y llegará 20 minutos antes de lo planeado, llame a su madre o a su mejor amiga y póngase al día, escuche un audio libro, su programa de radio favorito, siéntase o vívase acompañado, cuéntese eso, que aunque vaya solo en camino a su misión, no está solo, siempre va uno completo cuando se sabe a quien sumar. Durante la semana no deje que el tanque de gasolina baje de la mitad, lo que también aplica para uno mismo, recargue su propia fuente de energía no cuando esté a punto del colapso porque ya estando en ese punto es muy complicado restablecerse. Si a caso y sólo si a caso su Waze se vuelve loco, no olvide nunca a dónde quería ir. No hay retorno, y sin tener la certeza en este momento de lo que vendrá exactamente en el camino, use su intuición, respire que conoce usted la ciudad. En el peor de los casos, si se encuentra perdido, baje el vidrio y pregunte. Si está en una zona de mucho riesgo (de vida), busque la respuesta en el cielo, voltee arriba, la respuesta siempre está ahí y siga andando. Si necesita parar, hágalo, no perderá mucho tiempo aunque así lo parezca. Si es necesario y la locura del Waze lo sigue confundiendo, apague todo, el silencio le dará claridad y le ofrecerá las mejores respuestas, recuerde como eran los obstáculos y haga conjeturas de lo que le conviene. Por último, proceda, actúe con voluntad y vaya, vaya otra vez con todos sus sentidos recorriendo desde la crisis de la comunicación tan común hacia donde verdaderamente quiera llegar y que ésta no lo confunda con su verdadero ideal o destino. Y disfrute, que como decía, el camino, sólo se recorre una vez, aunque sea a diario el mismo.