En la negociación política para aprobar el presupuesto constitucional de la UdeG está en juego mucho más que la autonomía financiera de la casa de estudios: se juega la elección a gobernador. El sorpresivo anuncio de Enrique Alfaro para otorgarle un presupuesto constitucional a la UdeG tenía un doble propósito: cerrar un ciclo de disputas con la Universidad y, sobre todo, neutralizar la candidatura del rector Ricardo Villanueva a Guadalajara por Morena. Los universitarios fueron cautos. Sin pronunciarse de inmediato, lo celebraron en diciembre como un evento histórico. El gobernador mostró su buena voluntad con un aumento presupuestal para la UdeG en 2024 y entregó la iniciativa a sus diputados. Desde la promesa alfarista a los Leones Negros, Villanueva bajó al mínimo el volumen de sus aspiraciones electorales. Casi -sólo casi- hasta desecharlo tras una supuesta consulta a su comunidad que lo obligaba a priorizar los asuntos internos. Es creíble que el acuerdo tácito -esto lo infiero- hubiese sido que a cambio del presupuesto constitucional de la UdeG, Villanueva renunciaba a la candidatura morenista y Hagamos mantenía un perfil bajo. La reforma constitucional para dotar de autonomía financiera a la UdeG está en manos de la mayoría emecista, pero el botón rojo para materializarla está en manos del gobernador. El viernes pasado parecía avanzar la reforma constitucional, pero los legisladores frenaron el dictamen de último momento. En un acto simbólico, Villanueva encendió una veladora para que se apruebe antes de que los diputados se vayan a la campaña, esto es, el 3 de marzo. En este punto el dilema político adquiere dimensiones insolubles: el fantasma de la traición y la desconfianza mutua se asoma en este intercambio de forzadas cortesías tras una ardua disputa de casi dos años. Veamos. ¿Alfaro cumplirá su promesa de darle autonomía financiera a la UdeG una vez pasada la elección? ¿Y si incumple y sólo entregó una manzana envenenada? Por su parte, ¿qué garantías tienen el gobernador y los emecistas de que Villanueva cumplirá con su renuncia a la candidatura por Guadalajara si le aprueban el presupuesto constitucional antes del 3 de marzo, fecha límite para inscribirse en la contienda? El mensaje del rector ayer tiene ese doble filo de este dilema: “Mantenemos la esperanza, pero debemos seguir planeando todo conforme a la realidad presupuestal que tenemos hoy”. Ahora, ¿qué tiene que ver la gubernatura? Las encuestas indican que en la metrópoli Pablo Lemus aventaja sobre Claudia Delgadillo pero empatan en el interior del Estado. Un abanderado competitivo en Guadalajara, como Villanueva, amenaza el triunfo naranja. De ahí el rumor de que Lemus frenó la reforma constitucional. Son hilos muy finos los que tejen la relación entre Alfaro-Villanueva. Algunos muy delicados y ninguno elástico. Las sutilezas y la mano izquierda importan más que los manotazos y exhibiciones de virilidad. En estos días se libra el Waterloo final entre Alfaro y el Grupo Universidad. Parece como si Raúl Padilla, aún sin su presencia física, a través del latifundio de sus ideas y ambiciones, peleara aún por la vía de sus herederos.jonathan.lomeli@informador.com.mx