La semana pasada, casi en la víspera de la instalación de la LXIV Legislatura federal, planteamos aquí los riesgos que para la vida política nacional significaba la pérdida de contrapesos por la abrumadora mayoría de los diputados y senadores de Morena y sus partidos aliados del PES y PT en ambas cámaras.Nos preguntábamos el uso que darían a esas mayorías los morenistas y si volveríamos a ver echar a andar una nueva versión de la vieja aplanadora priista que estaba a las órdenes del Presidente en turno para aprobarle lo que le viniera en gana.No tuvimos que esperar mucho para descubrir un escenario de complicidades peor. Más bien nada. El martes pasado, en su primera sesión de trabajo senadores y diputados de Morena dejaron claro que la cuarta transformación de la República que tanto pregonó su líder, el Presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, al menos en el Poder Legislativo quedará en pura retórica y los acuerdos se seguirán procesando como siempre: privilegiando los intereses de la partidocracia, con pactos en lo oscurito y de espaldas a los ciudadanos.No se puede interpretar de otra manera, ni dejar de consignarlo, el episodio ocurrido con Manuel Velasco, quien se convirtió en el primer gobernador-senador en la historia del país, vulnerando todos los principios constitucionales de nuestra vida política.En un primer momento muchos festejamos que la mayoría de senadores de Morena haya evitado que se consumara el abuso de poder del gobernador de Chiapas por el Partido Verde, que a media campaña electoral se apoderó de la candidatura al Senado, y aprovechó su Congreso estatal a modo para reformar la Constitución chiapaneca y abrirse paso para pedir licencia como mandatario estatal, ir a la Cámara alta a tomar protesta como senador, y regresar a la gubernatura. Nos duró poco el gusto de una actitud distinta.Luego de que la mayoría morenista rechazó su petición de licencia, bastó el cabildeó del propio Velasco, quien seguramente puso por delante su cercanía y la bendición del Presidente electo, para convencer a los coordinadores parlamentarios, encabezados por Ricardo Monreal, para repetir la votación, y otorgarle la licencia, no sólo con los votos de los senadores de Morena-PT-PES, sino también con los del PRI y los del partido Movimiento Ciudadano. Pero el Valasco-gate no quedó ahí. Como si se tratara de un burdo intercambio, casi de forma simultánea nos enterábamos que el Partido Verde cedía a cinco diputados en San Lázaro para regalarle a Morena y sus aliados la mayoría absoluta.Un muy mal inicio que esfuma el discurso del cambio de los legisladores morenistas, que no sólo echaron a andar la aplanadora, sino que demostraron que sus legisladores y legisladoras tendrán que ser sumisos a la línea que les dicten y que seguirán echando mano de partidos acomodaticios y mercenarios como el Verde.