Andrés Manuel López Obrador en Palacio Nacional y Donald Trump en la Casa Blanca celebraron ayer la aprobación en el Senado estadounidense del acuerdo comercial entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), que pone fin a las negociaciones que se iniciaron en el 2017, en el sexenio del priista Enrique Peña Nieto.Como se sabe, desde candidato a la presidencia de Estados Unidos, Trump enarboló la bandera de que el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), firmado en 1994, era un acuerdo desventajoso para Estados Unidos y que había provocado que muchas empresas de Estados Unidos emigraran a esos países causando desempleo, por lo que prometió que, de llegar a la Presidencia, renegociaría los términos del tratado trilateral de comercio o de lo contrario lo abandonaría.Contra todos los pronósticos, el magnate llegó a la Casa Blanca y como lo prometió ordenó la revisión del TLCAN y la renegociación inició en agosto de 2017 en la recta final del gobierno de Peña Nieto, y terminó en su primera fase en noviembre de 2019 con la participación de los negociadores del entonces Presidente Electo Andrés Manuel López Obrador.El festejo de AMLO consolida la confianza del sector empresarial que inicialmente veía con incertidumbre la postura que tendría el Gobierno de la autollamada cuarta transformación ante este tipo de acuerdos internacionales, por los rasgos populistas y de izquierda de la administración amlista.La aprobación del T-MEC en Estados Unidos, y que seguramente pasará también en Canadá en abril, atenúa en alguna medida el pesimismo que invadió a los círculos empresariales por el nulo crecimiento económico en 2019, la baja en la generación de empleos y en la inversión extranjera directa.Esto se veía venir desde diciembre pasado que vinieron a Palalcio Nacional a firmar el nuevo tratado la viceprimera ministra de Canadá, Chrystia Freeland, el representante comercial de los Estados Unidos, Robert Lighthizer, y el subsecretario para América del Norte del gobierno mexicano, Jesús Seade. La única amenaza era que las disputas electorales de los Estados Unidos podrían tomar como rehén al T-MEC para salvar en el Senado norteamericano al presidente Donald Trump de su proceso de juicio político, factor que finalmente no influyó.Ahora el gran reto para México será cumplir con los compromisos en materia de reforma laboral que fue una de las mayores exigencias de los negociadores estadounidenses para que los bajos salarios, la falta de derechos laborales y de democracia sindical, fueran una ventaja desleal de México para atraer inversiones y crear nuevos empleos a costa de la calidad de vida de los asalariados.En ese sentido, habrá que ver en qué quedó la serie de agregados que de manera unilateral incluyó el gobierno estadounidense en el documento final del T-MEC que avalaría el envío de inspectores a México para supervisar y certificar el cumplimiento de la reforma laboral, en materia de salarios y prestaciones para igualar lo más posible las condiciones de trabajo de los trabajadores de aquí y allá, y que el gobierno mexicano asegura no aceptará.Otro reto será que esta vez sí se aprovechen los millonarios presupuestos que se aplicarán en los próximos cuatro años para la implementación de la Reforma Laboral y que no nos pase como sucedió con la reforma al sistema de justicia, que quedó en pura simulación por el dispendio y la corrupción que imperó.Por lo pronto que el T-MEC haya pasado la aduana de Estados Unidos es sin duda una buena noticia para el País.jbarrera4r@gmail.com