Un largo artículo publicado en el periódico inglés The Guardian* relata la insólita historia de un proyecto que nació en la universidad de Tubinga, una de las instituciones académicas más antiguas y respetadas de Alemania, la de Hegel y Hölderlin, de la mano del especialista en literatura Jürgen Wertheimer y… el ejército.A partir de febrero de 2018, durante los siguientes dos años distintos académicos colaborarían en esta iniciativa para ayudar al Ministerio de Defensa alemán a predecir el futuro. Pero no eran ni expertos en inteligencia artificial, ni historiadores o analistas geopolíticos, ni físicos o químicos, sino que un grupo de estudiosos de las literaturas, no sólo en Tubinga, sino también en muchas otras partes del mundo, la mayoría voluntarios. Para no enredar directamente a la universidad como tal en tratos con los militares, el proyecto se alojó en el Weltethos Insitute (Instituto de Ética Global),** organización independiente de la estructura académica, pero fundada dentro de la universidad ni más ni menos que por Hans Küng.Cuando la prensa mencionó el asunto, nadie lo tomó en serio… afortunadamente, pues los izquierdosos universitarios habrían montado boicots y manifestaciones indignados por la colaboración con el ejército. Como dice Wertheimer, las acusaciones de locura siempre han sido la maldición de profetas y videntes. Casandra es su santa patrona: todos sus anuncios fueron ignorados; en Agamemnón, Clitemnestra la tacha de orate, mientras el coro repite y amplía la acusación.Wertheimer montó un proyecto piloto para mostrar que la literatura puede ser “un sistema de alerta temprana”, que era su idea central, y junto con sus colaboradores se dedicó a demostrar cómo la guerra de Kosovo y el fortalecimiento de Boko Haram podían haber sido predichos estudiando textos literarios. Presentó sus conclusiones iniciales al Ministerio unos meses después de comenzar el proyecto, y mostró un ejemplo claro sobre Kosovo: un escándalo desatado alrededor de una obra de teatro de 1983 del autor serbio-croata Jovan Radulovic sobre una masacre contra los serbios, y la expulsión de los escritores no serbios de la Unión de Autores Serbios en 1986. En los años subsecuentes, no hubo una sola obra en que se hablara de amistad o amor entre albaneses y serbios, y se dio un auge de novelas históricas revisionistas. Todo esto más de una década antes de la carnicería de la guerra de Kosovo de 1998. Algo muy parecido pudieron advertir los especialistas africanos que revisaron la producción literaria anterior al genocidio de Ruanda.Por supuesto que el proyecto es muchísimo más complejo de lo que se puede explicar aquí, e involucra muchas otras disciplinas antes de poder convertir los vislumbres literarios en datos duros para uso de los estrategas y operativos militares.Por eso vale la pena leer el artículo completo.Pero el sismógrafo literario es real. Como le escribió Wertheimer a la entonces Ministra de Defensa de Alemania Ursula von der Leyen (ahora presidenta de la Comisión Europea), el choque de las armas suele ir precedido por guerras de (o a veces sobre) palabras, por lo que éstas podrían también usarse para preverlas y evitarlas.* https://www.theguardian.com/lifeandstyle/2021/jun/26/project-cassandra-plan-to-use-novels-to-predict-next-war ** https://weltethos-institut.org/en/