Las palabras del Papa Francisco desde el balcón retumbaron por toda la Plaza de San Pedro: “No dejar de utilizar ningún esfuerzo para parar cada hostilidad y seguir el camino de la paz, lo que es deseados para el bien de todos... escuchar el llanto de nuestra gente para transformar armas en instrumentos de paz, nuestros miedos en confianza y nuestras tensiones en perdón”. Eso fue durante el rezo del Ángelus en el Vaticano, cuando se refería a las hostilidades entre palestinos y judíos. ¡Ah...! pero no fue ayer, ni el miércoles pasado durante la audiencia semanal. Ese mensaje corresponde al 6 de julio de 2014, hace nueve años y tres meses, cuando el Sumo Pontífice se refería a un ataque aérea israelí a la casa del jefe de la policía de Gaza que mató a 18 personas y la organización terrorista palestina Hamás reaccionó con una salva de cohetes sobre Tel Aviv. Un mes anterior el Papa Francisco se había reunido con el entonces presidente israelí Shimon Peres y el presidente palestino Mahmud Abas, aparentemente en vano.Casi 10 años después, desde el mismo balcón de la Plaza de San Pedro -el pasado domingo 8 de octubre- nuevamente el Papa retomó el tema: “Toda guerra es una derrota...El terrorismo y la guerra no resolverán ningún problema, sino que solo traen más sufrimientos y muertes a personas inocentes...Sigo con atencion y tristeza lo que esta sucediendo en Israel y rezo por todos aquellos que están viviendo horas de terror y angustia”. Y suplicó levantando los ojos al cielo, “que los ataques y las armas se detengan, que callen las armas...¡Por favor!”.Y ayer, cuando las plegarias se multiplican en el mundo porque el conflicto termine, pero que desafortunadamente la tensión crece en Medio Oriente y los riesgos de más enfrentamientos sangrientos y de más muertes amenazan, coincidentemente aparece un mensaje en la Primera Lectura del profeta Isaías correspondiente al domingo 15 de octubre (Isaías 25, 6-10), que dice: “El Señor del universo / preparará sobre este monte / un festín con platillos suculentos... / para todos los pueblos, / el paño que oscurece a todas las naciones / Destruirá la muerte para siempre; / el Señor Dios enjugará las lágrimas de todos los rostros / y borrará de toda la tierra la afrenta de su pueblo.../”. Ojala que las peticiones, que ya son muchas y durante tantos años, y las palabras en la Biblia -interpretadas en ese sentido- logren que la gente de Israel y Palestina consigan la paz que nunca han tenido y logren llegar a acuerdos en las diferencias, por muy opuestas que estas sean.¿Usted, qué opina? Daniel Rodríguezdaniel.rodriguez@dbhub.net