Una de las joyas que veremos en la FIL -que tiene como país invitado a la India- es sin duda la presentación del Kutiyattam -una forma milenaria de teatro sánscrito-, oriundo de Kerala y que ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad. El Kutiyattam tiene una tradición que data de hace dos mil años, era y es representada en los templos hindúes, para su perfecto desarrollo los actores deben someterse a un entrenamiento riguroso para llevar a cabo los sutiles y poderosos movimientos que dentro del ritual se tejen. Como las manifestaciones propias del teatro ritual ancestral, esta manifestación es también danzada.En el marco de la feria del libro más importante en español, no es novedad que se presenten espectáculos escénicos; sin embargo, la presencia de algo como el Kutiyattam resulta oportuno por lo que representa y rescata para el mundo.Recordemos (y todos los artistas debemos hacerlo) que el teatro en su manera iniciática de representatividad era un ritual donde todos actuaban, cantaban y danzaban. Cabe decir que “Kutiyattam” significa “actuar juntos” y desde la antigüedad, en este actuar juntos se miraba a un objetivo mayor, más allá; todos juntos eramos pues una misma energía. Luego vinieron los griegos y todo cambió y así fue evolucionando el teatro hasta nuestros días, esa misma evolución nos llevó a otras formas representacionales que a su vez han ido perdiendo (y ganando también) cosas en el camino. Pero a veces es grave observar lo que se ha perdido en términos de comunión y comunidad, para dar lugar al estrellato, los egos y la individualidad. En el juego del protagonismo, el hombre mismo va perdiendo su sentido… incluidos los artistas.El ritual (y en este caso el teatro ritual) sirve para reconectarnos, recordarnos como seres humamos -y en este caso a través de una cultura en específico- el espíritu de lo representacional (responder a las preguntas: ¿para qué actuar? ¿para quién actuar? Y ¿cómo?) y no para replicar -no, no, no-; mirar el espejo del origen es volver a la base.El teatro ritual tiene un origen participativo y es a su vez un acto de consciencia que nos orilla -o eso pienso yo- a repensar los discursos teatralas más allá de lo hegemónico o lo conveniente o lo políticamente correcto.Volvemos aquí a un tema que no deja de sorprenderme: la importancia del símbolo (el significante, el significado, la identidad y su articulación en la escena) para todos.También es el teatro ritual donde el espectro de la danza y el teatro puro se conjugan en un suerte de manifestación cósmica, después el hombre y su palabra (hablada, articulada, hecha signo dentro del lenguaje) las separaron.