Los conflictos internos de Morena llegaron al INE. La bancada del partido en el gobierno se partió y hoy se convirtió en su propia oposición. El ala más radical, los que llevaron a John Ackerman al comité de selección de las quintetas para los nuevos consejeros, se rebelaron contra su líder, Mario Delgado, y solicitaron reponer el procedimiento simple y llanamente porque no les gustó el resultado. La actitud de “los golpistas”, como los llamó Porfirio Muñoz Ledo, dejó al descubierto que el conflicto al interior de Morena es más profundo de lo que parece. No sólo es la batalla por la presidencia del partido, sino un tema de visión política: quienes ven a Morena como un partido que disputa el poder dentro del juego democrático, y quienes creen que Morena fue un vehículo para llegar al poder y ahora debe serlo para mantenerse en el poder, sin importar cómo. Para los primeros, la democracia está por encima de la llamada Cuarta Transformación; para los radicales, la transformación en la que están empeñados justifica cualquier cosa, incluso pasar por encima de las instituciones democráticas del país.Es normal que las luchas internas en los partidos sean despiadadas, incluso fratricidas. Las hemos visto con poco más o menos intensidad en todos los partidos. La novedad en la batalla por Morena no es el nivel de encono al que han llegado, sino que se trata de proyectos difícilmente reconciliables. La guerra se librará en varios frentes, y ello implica el uso de las posiciones de poder del gobierno para el golpeteo. Las acusaciones por ocultar patrimonio, para citar un ejemplo, contra la secretaria de la Función Pública, Irma Eréndira Sandoval, su esposo, John Ackerman y su hermano Pablo, súper delegado en Guerrero, no pueden separarse de las demandas penales contra Yeidckol Polevnsky, candidata a dirigir el partido, o el intento de golpe en la Cámara de Diputados contra el también candidato Mario Delgado.En la definición de los consejeros del INE, para bien de todos, los radicales de Morena ya no tienen margen de maniobra. Aún si se empeñan en bloquear los nombramientos el mecanismo previsto por la ley es la insaculación entre los que integran las quintetas. La división en Morena es, por paradójico que parezca, una buena noticia para la democracia. Si la fracción de Morena que apoya el proceso y a su líder quiere sacar adelante la elección de consejeros tendrá necesariamente que negociar con los partidos de oposición, lo cual podría terminar dándole mayor legitimidad a los consejeros electos, independientemente de su filiación política. No cabe duda, los caminos de la política extraños e impredecibles, y eso es lo que la hace divertida.diego.petersen@informador.com.mx