Hace exactamente de 14 años -26 de abril de 2010- en un vídeo Andrés Manuel López Obrador, con sus propias palabras dijo textualmente: “Tenemos que ir sacando al Ejército de las calles, no está preparado para esta función, es otro su encargo, es defender la soberanía nacional y no debe seguirse exponiendo, es una institución que debemos cuidar, no socavar”. Y esa “bandera” fue parte de su plataforma como candidato en las elecciones del 2018.Pasaron 12 años -ya como presidente en el 2022- y el mismo AMLO volvió a insistir en que “no podemos aceptar un gobierno militarista”, aseverando que los militares “no deben utilizarse para suplir las incapacidades de los gobiernos civiles. Esto no conviene a la misma institución militar. Se ha deteriorado mucho la imagen del Ejército... Hay que cuidar a esa institución. Esto es un asunto -el de la violencia- que se debe resolver de otra manera”.Sin embargo, el tiempo pasó, no se cumplió con la promesa, las asignaciones y responsabilidades cada día fueron más para las Fuerzas Armadas, por lo que septiembre de 2022 tuvo que reconocer que “Sí, sí, cambié de opinión ya viendo el problema que me heredaron, cómo enfrentar el problema de la inseguridad”. Problema que ya sabía que existía desde hace muchos años, pero que, sin embargo, se mantenía en su falsa promesa y dando pasos firmes en su proyecto de integrar al Ejército a la maquinaria operacional del gobierno en muchos nichos.Y el jueves pasado, desde el púlpito de sus verborreas matutinas, negó y aseguró que NUNCA prometió regresar al Ejército a los cuarteles. ¡De ese tamaño! “Primero, YO NUNCA DIJE ESO. No, yo dije que había que apoyarlos a las Fuerzas Armadas por una razón muy sencilla, cómo es posible que con la experiencia que tiene el Ejército que tiene la Marina, con las instalaciones, con equipo, no puedan ayudarnos en el problema que más preocupa a los mexicanos que es el de la seguridad al interior”.El mismo López Obrador se presenta, se califica y se pone de frente a la historia de cómo va a ser evaluado por la historia cuando se vaya -que ya falta muy poco-. ¿Cómo tener confianza en un sujeto que ofrece, no cumple, luego reconoce que “cambió de opinión” y al final niega lo ofrecido? Se le va a recordar como el Charlatán de Palacio.¿Usted, qué opina? Daniel Rodríguezdaniel.rodriguez@dbhub.net