Viernes, 22 de Noviembre 2024

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El Atlas, los desaparecidos y el espacio público

Por: Jonathan Lomelí

El Atlas, los desaparecidos y el espacio público

El Atlas, los desaparecidos y el espacio público

El sábado surgió el tema en una cena entre amigos: ¿Deben festejar en otro lugar los atlistas por respeto a la rebautizada Glorieta de Los Desaparecidos?

Alguien, creo que un atlista, se quejó porque «ese era un debate viejo en Twitter»; otro comensal, indignado y a punto de marcharse, exigió respeto a las víctimas.  

Me sugirieron escribir sobre este tema, descrito en consenso como «una navaja en donde te puedes cortar por ambos lados».  
Lo intentaré.  

La discusión no se centra en quién llegó primero a la glorieta -los atlistas o el clamor contra los desaparecidos- sino en cómo llegamos a disputar el espacio público. Creo que el debate sobre la glorieta radica más cerca de esto. En cómo el júbilo de un festejo pambolero y la tragedia caben en un mismo lugar.

El espacio público es el concepto central de ciudad y en donde todos somos iguales. También es el escenario político por excelencia. Un movimiento político y de gran descontento social como el feminismo se ha construido también en las calles.

La fuerza de una marcha, un mitin o una toma del espacio público materializa la expresión más potente de nuestra libertad democrática.

Volvamos al punto: ¿El júbilo atlista y la pena de un familiar de un desaparecido importan lo mismo?  Desde luego que no. ¿Pero tienen el mismo derecho a ocupar el espacio público? Yo creo que sí.  

Sin embargo, las redes sociales carecen de tiempo para estos matices. Su visión bipolar excluye: una opción o la otra. Nunca ambas. Lo simplifican todo a dos posturas: la correcta y la incorrecta, blanco o negro.

Hoy en día, el cibernauta busca afirmar su posición más que razonarla o comprender al otro. Importa poco convencer: urge desechar la postura contraria.

La polarización del país pasa en gran medida por esta percepción generada desde el espacio virtual que, ahora lo vemos, también contamina al espacio público.

Estas contradicciones afloran en una sociedad tan desigual, con problemas tan graves como las desapariciones y la falta de estado de derecho (aunque suene a lugar común).

Pero sin asustarnos. También obra como una gran lección de la realidad social y su complejidad.

Cada uno elige, pero el espacio público, una creación sin la cual la ciudad no existiría, es de todos; nos hace ciudadanos libres e iguales.    

No dejemos que se contamine.

EN PERSPECTIVA. Analicemos este domingo excepcional para Jalisco y el país: muere Vicente Fernández, llega el Atlas a la Final, tenemos una crisis migratoria infame y muchas razones más de dolor y festejo.

Vivimos en un país multipolar, contradictorio, jubiloso y trágico, en donde cada uno vive de forma distinta lo público. Pero en la ciudad caben los miles que lloran al Charro de Huentitán, los que viven la pasión futbolera  y los que buscan a sus seres queridos. 

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