Esta semana coinciden dos acontecimientos: la celebración del nacimiento de un querido amigo y la conmemoración de un fallecimiento. Don Andrés Henestrosa (QEPD) fue un intelectual brillante: escritor, poeta, narrador, periodista, historiador, ensayista, maestro y político oaxaqueño. Creó y fonetizó el alfabeto del idioma zapoteco, única lengua que habló hasta los 15 años de vida, edad a la que llegó a la Ciudad de México. Don Andrés escribió hace muchos años que “México cambiaría cuando dejasen de reñir nuestros abuelos” (alguien no aprendió la lección). Defensor del mestizaje y del sincretismo cultural, en especial con España, Henestrosa entendía el valor que tiene la aceptación del “otro”. No es excluyendo, sino sumando, que nuestro país logrará alcanzar una mejor calidad de vida. “El problema del ‘indio’ no es étnico, es económico”, escribió. “Dadle trabajo, un salario y educación y cambiará por sí mismo”.El origen es un factor que no se puede desestimar. Dado que no escogemos el lugar en el que nacemos, habremos de aceptar que no es lo mismo ser parido en mantillas de seda que en un pesebre. Sin embargo, la vida nos lleva por senderos en los que coincidimos -que hermosa palabra- con personas que cambian nuestro destino. Don Andrés es uno de estos ejemplos. José Vasconcelos, Don Antonio Caso y Antonieta Rivas Mercado (por cierto, no comenté, en la columna dedicada a Notre Dame, que el único suicidio ahí cometido lo realizó, precisamente, Doña Antonieta y fue por amor, pero esa es otra historia), entre otros, estimularon y apoyaron, de palabra y obra, su crecimiento y posterior éxito. La filantropía y el amor por los demás es substantivo para el florecimiento del talento.Mañana es cumpleaños de un entrañable compañero que ha hecho de la amistad una forma de vida y con quien he recorrido el camino por más de 60 años. Quiero compartirles algunas de las razones en las que se soporta esta larga relación: empatía, lealtad, honestidad, generosidad, reciprocidad, desinterés en temas económicos, respeto a la inteligencia, gustos, creencias y preferencias del otro; comprensión, ayuda mutua, coincidencia en objetivos de vida, ausencia de envidias, tiempo compartido, tolerancia, celebración de los éxitos del compañero, presencia, solidaridad, distancia, silencios (a veces ayudan a superar momentos difíciles) y amor. Sí, amor (no sé porque los mexicanos y, en especial los varones, entre sí, tienen temor a decir “te quiero o te amo”, siendo el más trasparente de los sentimientos). Sin amor, es imposible el éxito. El egoísmo solo engendra males, discordia, envidia, intemperancia, odio, y allí le paro, porque, de lo que se trata, es de hablar de lo positivo, por lo tanto, hagamos conclusiones de lo leído.Primera, el talento, cuando se recibe apoyo, solidaridad y reconocimiento, supera todas las adversidades.Segunda, la amistad es la síntesis de múltiples valores; y tercera (personal) tengo la inmensa fortuna de contar con muchos amigos, todos inmejorables. Sin embargo, sí, ya adivinaron, mañana se celebrará el 81 aniversario de José Herminio Jasso Álvarez, quien ha llegado a la novena década de su existencia. Habrá mole. Están invitados, ja, ja, ja.