Además de que fue, otra vez, una promesa de campaña, cualquier autoridad está obligada a buscar por todos los medios posibles parar el ecocidio que sufre desde hace décadas el Río Santiago, y buscar su saneamiento.Por eso es plausible que, al día siguiente de su toma de protesta como gobernador, Enrique Alfaro haya tenido su primera gira de trabajo justo para visitar este cuerpo de agua que es considerado uno de los más contaminados del mundo y anunciar las primeras medidas encaminadas a que no se le ensucie más.Pero también son bienvenidas las voces de las asociaciones de la sociedad civil y de ciudadanos que viven en comunidades en torno al río, que han padecido por años la polución, que expresaron su preocupación de ver insuficientes los planes de la activación de plantas de tratamiento existentes y la inversión en más, por parte del nuevo Gobierno estatal.La demanda es que se apliquen acciones encaminadas a limpiar el río de los metales pesados que se le han vertido negligentemente por años, y que han costado vidas y múltiples enfermedades a los que viven en sus linderos y conviven con olores fétidos e insectos que degradan su calidad de vida. Exigen que se haga algo para que ahora sí se someta a las industrias a tratar sus aguas y dejar de contaminar el Santiago con sus desperdicios que han afectado la salud de muchas comunidades.Está ahí el emblemático caso de la muerte del niño Miguel Ángel López Rocha, quien murió en febrero de 2008 días después de caer a las contaminadas aguas del Río Santiago “por falla orgánica múltiple e intoxicación aguda por arsénico”.Hace 10 años, la muerte de este menor visibilizó el desastre ambiental que crecía desde muchos años antes, y disparó la macrorecomendación que emitió la Comisión Estatal de Derechos Humanos. La constituían más de 200 acciones que recomendaban a 14 alcaldes, al Gobierno estatal, a la Comisión Estatal del Agua y al SIAPA. Su publicación provocó una fugaz activación de medidas de estas y otras instancias de Gobierno, incluso de la Federación, que nunca tuvieron el seguimiento ni la supervisión necesaria para detener la degradación continua del río.Sexenios van y sexenios vienen y el saneamiento del Río Santiago sólo queda en promesa. En la administración estatal del panista Emilio González se aseguró que los cuatro mil millones de pesos que se invirtieron en las plantas de tratamiento del Ahogado y Agua Prieta resolverían el problema sin que eso sucediera. Aristóteles Sandoval también incumplió en su compromiso de recuperar el Santiago. Ojalá que este esfuerzo que inició Alfaro llegue a mejor puerto. Para lograrlo, mucho puede apoyarse en quienes ha padecido y estudidado este lastre y que con justa razón reclaman la reparación del daño. Sin duda el Gobierno federal también debe invertir y coadyuvar en la limpia del Santiago, cuyo ecocidio está a punto de ser irreversible.