1. Andrea Camilleri, Tirar del hilo, Madrid, Salamandra, 2020. Vuelve en esta novela, por vigésimo novena vez, el inspector Montalbano. Quizá sea su último regreso, a menos que el autor haya dejado inédita otra u otras entregas, pues tristemente murió en Roma en 2019: luto general entre los lectores de uno de los más notables representantes de las letras italianas contemporáneas, y no solamente del género negro. El escritor siciliano presenta en Tirar del hilo un caso más que debe desenredar Montalbano en su pequeña ciudad isleña, Vigata (trasunto, según los que saben, de Porto Empedocle, donde nació Camilleri.Montalbano, además de sentirse acosado por la exigencia de Livia, su novia (que vive en la península) de que acuda sin pretextos a la fiesta de unos amigos allá donde ella está, encima le ordena que se mande hacer un traje nuevo. Ambas cosas le parecen fatal, hasta que por fin acude a la sastrería donde la previsora Livia ya le había hecho una cita, y ahí conoce a Elena, la dueña del negocio: una mujer fascinante pero que acabará siendo la víctima del crimen que es el nudo de la trama.Notables y desgarradoras son las escenas con las que abre la novela, que describen la tragedia real que noche a noche se vive en ciertos puntos del Mediterráneo con la llegada multitudinaria de pobre gente de África obligada a jugarse la vida para intentar hallar en Europa una vida menos miserable. *2. Petros Márkaris, Universidad para asesinos, Barcelona, Tusquets, 2019.Regresa también en esta novela un viejo conocido de los lectores de este género: el comisario Costas Jaritos, a quien al principio encontramos con Adrianí, su mujer, de vacaciones en el Epiro, región de origen de ella. Además de disfrutar de las especialidades del lugar (porque Jaritos, al igual que Montalbano, come muy bien, no como los pobres detectives nórdicos que se la pasan a puros sángüiches), la pareja traba amistad con tres simpáticas solteronas jubiladas, a quienes seguirán viendo al regresar a Atenas.Pero si Jaritos esperaba que a su vuelta las cosas estarían más o menos tranquilas en la comisaría, se equivocó totalmente; siguen tan agitadas y enredosas como el infernal tráfico ateniense.Resulta ser que mataron a un ministro del gobierno en turno, antiguo profesor de la universidad de Atenas, y los autores del crimen dejan un sorprendente recado: parece ser una venganza contra el personaje por haber desertado de las aulas para conseguir un hueso en la política. Dos víctimas más caerán todavía, en rápida sucesión, por las mismas supuestas razones.Las pesquisas de Jaritos y sus policías en el mundo universitario dejan ver cómo son en Grecia las complicadas relaciones de ese sector con las instancias oficiales, una animadversión antigubernamental que los estudiantes mantienen viva desde los años de la dictadura de los coroneles, si no es que desde la guerra civil. El comisario no sabe bien a bien hacia dónde apuntar sus indagatorias. Los asesinatos podrían estar motivados por la envidia de algunos colegas, o bien por el sentimiento de ciertos estudiantes de haber sido traicionados, o quizá por la decepción de miembros del personal administrativo…