No hay fecha que no se cumpla ni plazo que no se alcance, dice el refrán. Así es el tiempo, inexorable. Por eso cuando los políticos les ponen fecha a sus promesas terminan comiéndose sus palabras, aunque de tanto hacerlo ya ni cuenta se den qué están desayunando. Hoy el presidente López Obrador tiene menú completo: de acuerdo con sus propias palabras, hoy, 1 de diciembre de 2020, el país debería están pacificado y el Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi) funcionando al nivel de Noruega o Dinamarca.Comencemos por el tema de seguridad. López Obrador, es cierto, tomó un país en medio de una terrible crisis por homicidios que venía creciendo desde el sexenio de Calderón. Él lo sabía, todos los sabíamos. Al más puro estilo de Vicente Fox, quien dijo que el problema de Chiapas se resolvía en 15 minutos, López Obrador prometió pacificar al país en tres meses; no sucedió. Luego en seis; tampoco. Luego en un año; no sólo no se redujo, sino que aumentó el número de asesinatos. El año pasado prometió que al cumplirse su segundo año de gobierno, o sea hoy, el país estaría pacificado; todo indica que volveremos a romper el récord de número de asesinatos. La explicación del presidente es hoy exactamente la misma que la de Peña y Calderón, esas que él tanto criticó. Ya se aventó su propia versión del tan socorrido “se matan entre ellos”. Cito: “El número de homicidios… tiene que ver mucho con la delincuencia organizada y constantemente hay confrontación, enfrentamientos entre grupos. Eso nos aumenta el número de homicidios”. La única diferencia con las declaraciones de los anteriores presidentes es el “nos”, porque hoy día todo lo que pasa en este país tiene que ver con el ego presidencial. Lo cierto es que “la estrategia” que tanto defendía el ex secretario Durazo no es tal y que la única política en dos ha sido años crear una Guardia Nacional que no es sino Ejército disfrazado.En el tema de salud, la pandemia, el anillo al dedo, ha escondido muchos de los problemas de fondo de sistema nacional de salubridad. En aras de un loable pero ideologizado y mal operado combate a la corrupción en el sistema de salud, el gobierno mató al Seguro Popular para recetarnos un nonato Insabi y cortó el sistema de suministro de medicinas del país. Hoy, a dos años de gobierno, es momento que no se resuelve la escasez de medicamentos, no sólo la preexistente por la corrupción e ineficiencia de los gobiernos anteriores sino la autogenerada por malas y aceleradas decisiones.La mejora no la vamos a ver porque no hay un cambio de fondo en la forma de concebir la salud. Si busca hoy un servicio público de salud y no es como le prometieron igual al de Dinamarca, no es por la pandemia, es porque allá llevan años destinando 11 por ciento del PIB a la salud púbica mientras que este gobierno sigue en la misma lógica de los anteriores gastando sólo 2.5 por ciento. A dos años del gobierno de López Obrador no está de más recordar una verdad de Perogrullo: para que las cosas cambien hay que cambiar las cosas, no sólo repetir todas las mañanas que ya cambiaron. diego.petersen@informador.com.mx