El tapatío Donovan Carrillo Suazo vive su momento de gloria luego de una historia de sacrificio y lucha contra las condiciones de un país al que hoy enorgullece. A sus 22 años conquistó un lugar para participar en los Juegos Olímpicos de Invierno Beijing 2022 como uno de los mejores 24 patinadores del mundo (clasificó en la posición 19). Este miércoles se convertirá en el primer mexicano en 30 años en competir en una final de Patinaje Artístico sobre Hielo y el primer hombre en conseguir esta hazaña en América Latina. Donovan comenzó a patinar en Guadalajara, en la pista de Ice Land de Avenida México (casi cualquier tapatío adolescente noventero la recuerda). Siempre entrenó en pistas de hielo en centros comerciales entre familias y niños, música y distractores, lo que hace más desafiante su logro. A los 12 años dejó Guadalajara para irse a León, Guanajuato, porque allá hay una pista de hielo (también amateur). Siempre ha padecido la falta de patrocinio por la impopularidad en este país de la disciplina que practica. De hecho, viajó a Beijing gracias a patrocinios en especie, rifas y una colecta que promueve en su página donovancarrillo.com, en donde recibe donaciones a partir de 50 dólares. El tapatío ha relatado que llegó al patinaje sobre hielo para impresionar a una chica, aunque desde los 4 años mostró inclinación por el deporte. De hecho, practicó las disciplinas de Clavados y Gimnasia Artística en el CODE Jalisco y nos representó en las olimpiadas nacionales. El destino de Donovan comenzó a cambiar desde 2016 cuando rindió un homenaje a Juan Gabriel, con la canción Hasta que te conocí, en una competencia en Japón que se viralizó. Hasta aquí la trayectoria heroica y singular de Donovan. Sin embargo, hay otra parte de su historia que se discute poco en estos casos de mexicanos que superan todas las adversidades. Solemos romantizar este tipo de sacrificios sin una mirada más crítica acerca de lo que el país y el Estado dejaron de darle a él y a muchos otros Donovan de otras áreas del deporte, la ciencia y las artes, y que seguramente se quedaron en el camino. Sin demora, la clase política salió a escena para felicitar al tapatío, aunque callan cuando se trata de generar políticas públicas que retengan e impulsen el talento. La narrativa épica de un joven que supera todos los obstáculos despierta admiración y alegría, pero al final se trata de una excepción cuando deberíamos estar festejando que sea la regla. Eso es Donovan: una maravillosa y feliz excepción en donde el esfuerzo individual lo llevó al éxito, pero la regla es que las desigualdades estructurales convierten a este país en un generador de talento desperdiciado. Celebremos a Donovan, pero sin normalizar ni idealizar que llegó hasta allí a pesar del país en que nació.