A mi madre, a Dolores, a Pablo y a ElsaApenas ayer, escribía en mi nuevo blog (es decir, estoy contentísima de poder escribir y publicar más) sobre mi amor por la escritura, el cual data de la infancia. Cuando yo tenía 11 años edad llegaron –digamos- mis primeros poemas, también llegó Herman Hesse con su “Demian” y una sensación cuasi espiritual por todas esas cosas de las letras. Eso me llevó al teatro y cuando todo cuajó yo rondaba los 18 años –según eso ya era actriz- y Dolores O’Riordan me sacaba las lágrimas con su voz aquella en la rola “Dreams”. Bueno, yo volaba. Me inspiraba.Por aquellos entonces ya tenía dos entrañables amigos que sigo conservando hasta el día de hoy. De hecho, estoy segura, que la muerte de Dolores nos ha conmovido a los tres aunque en este momento nos encontramos en tres lugares del mundo súper lejanos.Ellos, Elsa y Pablo, saben que The Cranberries me remite a mi primera juventud, a la fuga de casa, al teatro y a mi papá y a mi mamá. (Como dice Mayte Martín: “Sabemos del amor por lo que alumbra”). Pablo compraba los discos y cantaba lindísimo en inglés, Elsa reía mucho y yo vivía en el drama, literal. Pablo y yo caminábamos la ciudad tarareando… Y…En el soundtrack de esta película personal, siempre estaba The Cranberries. La voz de Dolores O’Riordan –fallecida el lunes- nos llenaba de incertidumbre y de esperanza, su arte acompañó mis mañanas con olor a café, mis primeros escritos, el afán de cambio. Saberla muerta me ha llenado de una infatigable nostalgia.Dolores en toda su rebeldía y su belleza, me habla indestructiblemente de la relación con mi madre. Su recuerdo está salpicado de femineidad, dolor, infancia, belleza y esperanza, también.La cantante fue la voz de muchos, nos reflejó –con esa dulzura y tristeza- la profundidad de los sentimientos adolescentes, juveniles y rebeldes.“Zombie”, “Linger”, “Dreams” son parte de una historia con la que crecí, yo y muchos jóvenes en todo el mundo. Además era una artista bellísima… etérea… sacada de un cuento ¡Cómo no querer ser ella! –me decía-. Porque yo de adolescente quise ser todo ninfa, fantasma o rockera. (Y de adulta).Yo -como muchos otros- me quedé pasmada con la noticia de su muerte, me inundaron sentimientos de nostalgia, por la vida de Dolores, de mi madre y también por la mía. Sé que habrá muchos expertos que nos hablarán con sapiencia del legado musical de O´Riordan, seguro publicarán su vida, seguro indagarán en su muerte. Seguro la seguiremos escuchando hasta el cansancio y reirá con su voz de ángel. Y yo seguiré, así, llena de nostalgia.¡Paz en tu viaje, Dolores!