En los últimos días he notado algunas señales que me hacen creer que el feminismo es como ponerse unos lentes nuevos que tienes o no tienes.Hay cosas que simplemente no ves. No entiendes. Te lo explican, te lo repiten diez veces, asientes con la cabeza, pero sólo captas una referencia, una sombra, lo que imaginas que entiendes. Tu cavernícola interno, simplemente, no comprende. Las señales de que hablo son un podcast en donde un intelectual fue incapaz de reconocer en un personaje femenino de Shakespeare, Catalina de Martos en la Fierecilla Domada, a algo más que una histérica malhumorada y no una mujer que confronta al poder masculino “con una lengua”. Una charla convocada por el Conjunto Santander sobre la centenaria ópera Madame Butterfly que se escenificará el próximo mes -vayan a verla- y la reflexión contemporánea que suscita sobre el rol estereotipado de la mujer y la dominación masculina. Y del arte vamos a la política. Me llamó la atención la reacción y comentarios que generó en redes y entre la comentocracia el nombramiento de Luisa María Alcalde Luján como titular de la Secretaría de Gobernación. Hago un breve recuento. Un periodista preguntó a un ex diputado federal su opinión sobre el “perfil bajo” de la nueva secretaria. Guadalupe Acosta Naranjo (ups, se me salió el nombre), respondió: “(AMLO) acaba de poner ahí a una joven, y cuando puso a esta muchacha en la Secretaría de Gobernación, lo que hizo fue cerrar la Secretaría”. Chumel Torres posteó una foto del video que protagonizó la secretaria para Morena en 2011 -luce joven, atractiva y con escote-: “Del microbús a la Segob. La 4T va”. Otros replicaron comentarios con imágenes sexualizadas de la funcionaria y un ex secretario de Gobernación jalisciense (el único) dijo que el nombramiento le dejaba un “mal sabor de boca” porque el cargo demanda capacidad negociadora, mano firme y experiencia. Otro usuario posteó el video promocional de Alcalde Luján con Morena y escribió con falsa ingenuidad: “En 12 años, de propagandista de Morena a secretaria de Gobernación”. Pero nadie ve (o no quieren ver) que la titular de Segob, a sus 35 años, es licenciada en Derecho por la UNAM y egresó con mención honorífica. Estudió leyes en Berkeley y en 2012 fue diputada federal. Como secretaria del Trabajo logró aumentos históricos al salario mínimo; negoció las reformas sobre outsourcing y pensiones, esta última elevó las aportaciones patronales; implementó la democracia sindical de la reforma laboral y sorteó por cuatro años el mar de empresarios tiburones dueños del capital. La postura cómoda y misógina es llamarla “esa muchacha” en vez de maestra. Sexualizarla en vez de reconocer o criticar sus resultados. Penalizar sus desplantes de autonomía que en un hombre se celebran como osadía o tenacidad. Hay que criticar a Alcalde Luján por sus logros como secretaria de Estado, no por ser una mujer joven. Una amiga lo resumió así: “Vamos a discutir su nombramiento si quieren, pero desde otro lugar, no desde un video en donde ella decidió vestirse como se le pegó la gana”. Salvo los que tienen hijas jóvenes o amigas deconstruidas, la mayoría de los hombres y mujeres carecemos de una guía admonitoria para transitar este cambio de época que representa la tercera ola feminista. A mí me pasa. Todo el tiempo me sale lo cavernícola. Pero tengo un par de amigas a las que siempre consulto. Cuando la riego o estoy por regarla, me lo dicen. Enfrentamos otra realidad cuyo lenguaje es desconocido, pero sobre todo invisible para muchos y muchas. Los conceptos resignificados de autonomía, responsabilidad y libertad sexual en la mujer reemplazan los viejos sintagmas premodernos de sumisión, infantilización y sexualización de lo femenino. Se trata de una discapacidad cultural, un sistema interno roto y anclado. Muy parecido a la caverna de Platón en la que el individuo, macho o macha, confunde la realidad con las sombras que ve proyectadas. Para él o ella la realidad fuera de esas sombras es inconcebible. El feminismo, que implica salir de la caverna, para muchos y muchas es una sombra inconcebible. jonathan.lomeli@informador.com.mx