Nuestros reporteros suelen ser muy dinámicos y ocurrentes, así que, alentados por las afirmaciones optimistas del señor Presidente, se lanzaron a las clínicas del Seguro Social para conocer la opinión de los usuarios, a quienes se les preguntó: ¿cree usted que nuestro sistema de salud es mejor que el de Dinamarca? La mayoría dijo desconocer el sistema de salud de Dinamarca, y alguno mencionó ignorar dónde quedaba dicho modélico país.Bueno, Dinamarca es una monarquía parlamentaria europea cuya población no alcanza los siete millones de personas. De acuerdo con los informes del Banco Mundial en este año 2024, ocupa el lugar 37 entre las principales economías del mundo; México está en el sitio número 12. Siguiendo estos mismos informes, Dinamarca está en el número 14 entre los países más endeudados; México ocupa el sitio número 15.Pero hay más datos. Dinamarca se ubica entre los diez países más seguros del mundo, mientras que México se halla en el tercer lugar entre los países con mayor criminalidad organizada.¿Y sobre el sistema de salud? Dinamarca ocupa el tercer sitio entre los países con mejor sistema de salud, superada sólo por Taiwán y Corea del Sur; le siguen Austria, Japón, Australia, Francia, España, Bélgica y Reino Unido. Si se atiende solamente al tema “gasto en salud”, México está en el sitio 74 de 192 países evaluados.De estos hechos se deduce que las declaraciones del señor Presidente sobre este y otros temas se explican no desde la ignorancia o la mala fe, sino desde la incapacidad para manejar con objetividad la frustración. Cuando esto sucede, la persona escapa a escenarios imaginarios, hipotéticos, sin duda posibles, pero no reales, o incluso cae en una tendencia muy actual que consiste en suponer que las cosas son mucho mejores de lo que parecen, para por lo menos navegar por este mundo de crudas y dolorosas realidades con la flamante bandera del optimismo. Y aún más, este idealismo extremo suele ser también un recurso muy usado por la mercadotecnia, cuya meta es contagiar a todo el mundo de su visión optimista y alentadora, como cuando todos nos sentimos parte de una única y misma raza mexicana, la raza de bronce, a pesar de que haya en nuestro país personas de origen europeo, africano o asiático por todas partes, y todas sean mexicanas sin que por lo tanto haya una única raza. Y aunque lo estamos viendo cara a cara, caemos en la fascinación de esa imaginaria raza única.¿O será que lo que declara el Presidente busca solamente distraer a los oyentes o enojar a sus oponentes? En lo personal, tiendo a pensar que López Obrador simplemente no acepta sus límites, sus fallas, todas aquellas realidades de México que no pudo transformar, por lo menos hasta donde él deseaba, y eso puede llevarlo a desconocer los muchos aciertos que sí ha tenido y que solamente una mente fanática y obtusa podría negar. Siempre se debe desconfiar de quienes ven todo negro o todo blanco, y en este riesgo se pone el propio Presidente si persiste en afirmar que con su Gobierno todo se ha transformado para bien como nunca antes.Nuestro mayor pendiente en el campo del Gobierno federal y estatal sigue siendo su falta de madurez y de honestidad para aceptar los aciertos y los errores de una administración, y es que a veces se siguen creyendo dioses, cuando ya todos sabemos que no lo son.