A los gobiernos no les gusta que los midamos, que sociedad, medios o incluso opositores midan el desempeño de sus actos. Toda medición les parece dudosa en sus intenciones, toda comparación ofensiva. El Presidente, los gobernadores y los alcaldes quisieran que les aplaudiéramos el esfuerzo, las horas de desvelo, el trabajo invertido. Eso es lo que más presumen y lo que más prometen: “No descansaremos”, “trabajaremos día y noche”, “empeñaremos todo nuestro esfuerzo” y muchas otras frases similares que escuchamos todos los días y particularmente cuando se refiere a temas de seguridad. A mí, como a todos los ciudadanos, me da exactamente igual si el Presidente se levanta temprano (soy de los que piensa que el que madruga se equivoca más temprano, nada más). Tampoco me importa si el gobernador duerme bien o mal, si está angustiado o sereno, lo que me importa es que se resuelvan los problemas de seguridad, que, en el entendido de que se trata de un problema muy complejo y con raíces muy profundas, nuestras autoridades estén haciendo lo que tienen que hacer para avanzar.¿Cómo evaluamos lo que están haciendo nuestras autoridades en materia de seguridad?, ¿cuáles son los indicadores para una evaluación seria y objetiva? Medir la incidencia delictiva es sin duda un indicador fundamental, hay más o menos asesinatos, más o menos robos, más o menos extorsiones, desapariciones, fraudes, etcétera. El siguiente problema es que dichas cifras sean reales, porque es bien sabido que salvo en asesinatos, donde lo que se cuenta son cuerpos encontrados, o el robo de autos, donde es necesaria la denuncia para el cobro del seguro o para evitar meterse en problemas por el mal uso de un automóvil a tu nombre, en el resto de los delitos la denuncia depende de la voluntad del ofendido y las fiscalías son una máquina burocrática diseñada para disuadir a los ciudadanos de denunciar. ¿Le creemos o no al Gobierno federal y al estatal que estamos mejor? Acaba siendo una cuestión de fe, salvo en el caso de asesinatos. Por eso medios y Organizaciones de la Sociedad Civil ponemos siempre el énfasis en esa cifra.¿Cuál es la manera correcta de medir la violencia homicida? ¿El acumulado en el sexenio, la variación respecto al mes o año anterior, la tendencia en el índice de muertes violentas por cada cien mil habitantes? Todas son correctas, y cada una nos dice algo distinto. Podemos afirmar sin temor a equivocarnos que este sexenio en el Estado de Jalisco y en el país ha sido más violento que cualquiera de los anteriores (muertes acumuladas) así como sostener que hay una ligera tendencia a la baja en el índice, aunque está muy lejos de ser significativa.A lo que también tenemos todo el derecho es a medir los resultados de nuestros gobernantes respecto a lo que nos ofrecieron en campaña, pues sus promesas en materia de seguridad fueron parte fundamental para haber sido electos y ahí nos deben muchísimo. No nos vuelvan a decir que les dejaron un cochinero, por eso votamos por ustedes. Que los gobernantes se hagan cargo de sus palabras y nosotros hagámonos cargo de la evaluación.diego.petersen@informador.com.mx