Lo más difundido del debate del sábado pasado entre los candidatos a gobernador de Jalisco fue la reacción de Laura Haro al señalamiento de Pablo Lemus de que las dos candidatas eran hijas de “Alito”, que, más allá de la violencia en razón de género, sí es una mentada de madre. Lo segundo fue la propuesta de la candidata Claudia Delgadillo de promover que los hijos hagan un segundo piso en la casa de sus papás y la promesa de escriturar esas viviendas. ¿Es una propuesta absurda? Vamos por partes, diría el Destripador.¿Tiene sentido promover que los jóvenes construyan en un segundo o tercer piso en la casa de los padres? Sí. No es nada nuevo. Durante muchos años una de las estrategias de sobrevivencia de las familias mexicanas ha sido canalizar los ahorros a la vivienda a través de la autoconstrucción. De hecho, los llamados “castillos de la esperanza”, esas varillas que vemos sobresalir en las viviendas de autoconstrucción y que luego se cubren con una botella de refresco para evitar que se oxiden, no son otra cosa que la expectativa de algún día hacer otro cuartito, echar un segundo piso para ampliar la vivienda. Construir sobre lo construido tiene sus complicaciones técnicas, hay que asegurar que los cimientos y las estructuras resistan, pero es una forma casi orgánica de densificar la ciudad. En Egipto, aún en los pueblos donde el valor de la tierra no es un problema, las casas tienen cuatro, cinco o seis pisos porque la tradición es que los hijos varones construyan un piso más en la casa de los padres para vivir ahí. Los problemas de una política de este tipo tienen que ver con la convivencia y la propiedad. Es cierto, como decía aquel viejo anuncio de Televisa, que “lo mejor de la vida sucede en familia”; lo peor también. Si algo aprendimos del extraordinario trabajo de Oscar Lewis, “Los hijos de Sánchez”, es que la violencia familiar está directamente ligada al espacio de convivencia. Otro problema, no menor, es de tenencia y seguridad jurídica. No puede existir un segundo piso de la escrituración. El Gobierno no puede, como lo propuso la candidata, escriturar el aire o dar escrituras sobre una propiedad ya existente. Lo que sí puede un Gobierno es promover que en esos casos se creen regímenes de condominio o copropiedad, pero nada más.No es, pues, una mala idea densificar a partir de la promoción de créditos para remodelación y ampliación de viviendas, aunque está lejos de ser la solución a la dispersión urbana. Los gobiernos estatales y municipales tienen que hacer esto y muchas, muchísimas, cosas más para darle viabilidad a la ciudad.diego.petersen@informador.com.mx