Será el sereno, pueden decir misa, pésele a quien le pese, pero el presidente puso al país entero a hablar de un aeropuerto. Pareciera que el futuro del país se juega ahí, en una terminal aérea. Los anti López Obrador quisieran verlo caerse a cachos, no encuentran nada positivo y lo peor, terminan usando expresiones terriblemente clasistas para desacreditar una obra. Los defensores del gobierno lopezobradorista son incapaces de ver los problemas que sí tiene el aeropuerto, que no es para nada una obra terminada, son incapaces de ver los vicios y corruptelas en la construcción y quieren ver un triunfo del pueblo donde solo hay Fuerzas Armadas.El presidente volvió a ganar la partida mediática. Bien o mal, el día de ayer no se habló de otra cosa. López Obrador alineó a los empresarios y gobernadores de oposición y llevó la conversación hacia donde él quiso, donde se siente más cómodo, pues “los adversarios”, como él los llama, terminaron criticando que se vendieran tlayudas en un aeropuerto, que el salón VIP improvisado parezca más un café de pueblo que bar lounge neoyorkino, o que los baños tengan imágenes de los íconos del cine nacional y no discutiendo el tema de fondo.La pregunta es si el nuevo aeropuerto mejora la conectividad y por lo mismo la competitividad de la economía del Valle de México, si el sistema aeroportuario del centro del país será más eficiente que el gran hub que se había planteado en Texcoco. Dicho de otra manera, el tema no es si el aeropuerto es poca cosa para los pasajeros que creen que merecen un trato mejor ni si este nuevo aeropuerto beneficiará a los pobres de la zona norte de la Ciudad de México, como argumentan los defensores. Ambos planeamientos son absurdos y no reflejan sino el afán de ver errores o virtudes donde no hay ni una cosa ni la otra. Falta mucho para que el sistema aeroportuario de la Ciudad de México funcione. El Felipe Ángeles del tamaño que se inauguró ayer no soluciona gran cosa, requiere mucha mayor inversión y mucha mejor conectividad, sobre todo vía ferroviaria. El de Toluca hay que rehacerlo y terminar el famoso tren México-Toluca, hoy en el abandono. El AICM necesita una terminal 3 y mucho mantenimiento. Falta de cinco a diez años y decenas de miles de pesos de inversión continuada para que todo el sistema funcione.En el inter, Guadalajara, Monterrey y Cancún tienen una oportunidad de oro para, por la vía de los hechos, descentralizar la economía del país y el presidente de jalar votos para su causa.diego.petersen@informador.com.mx