En 2014, el cura de Tala, en las afueras de Guadalajara, pidió a los feligreses que llevaran los retratos de los familiares desaparecidos a la misa que ofrecería por ellos. La misa se convirtió en un punto de quiebre, el pueblo cayó en cuenta de que lo que sufrían en silencio y dentro de cada casa era un fenómeno social, que eran muchos, muchísimos los desaparecidos en ese pequeño poblado cañero y que juntos podrían alzar la voz. Fue como revelar una fotografía: lo que parecía particular resultó ser una terrible trama de leva de jóvenes por parte del crimen organizado. Meses más tarde, gracias a una persona que logró huir del cautiverio, la Fiscalía del estado encontró un campo de entrenamiento y exterminio del Cártel Nueva Generación.Tras la crítica del presidente a la iglesia, a la que llamó “apergollada”, los obispos han decidido hacer lo que saben hacer: presencia en el territorio. En todo el país este domingo habrá jornadas de oración por la paz, el siguiente domingo por los desaparecidos y al fin de mes por los criminales. Lo menos que puede pasar es que la inseguridad se convierta en tema de conversación en todo el país al mismo tiempo. No se trata de una declaración de guerra, como quisieran leer algunos miembros de la oposición que creen que las iglesias les van a hacer el trabajo que ellos no han hecho. Dudo que la misma iglesia tenga claro qué sigue después del mes de julio. Lo más probable es que la respuesta sea distinta en cada diócesis e incluso en cada parroquia. De lo que no hay duda es que van a mover el agua.El presidente puede leer esto como un ataque o como una oportunidad. Si sigue encerrado en su lógica de Palacio y mirándose en el espejo de la popularidad no le gustará nada que los curas en los pueblos hablen de un asunto del que él cada día quiere escuchar menos. Si su instinto político sigue en pie, como lo ha demostrado una y otra vez, terminará montándose en el discurso de paz de la iglesia y haciéndolo suyo. Dicen que los buenos políticos son los que hacen de sus errores virtud. La presión por un cambio en la estrategia de seguridad del gobierno lopezobradorista es cada día mayor. La paz no se construye, como ha quedado claro, solo dejando de echar bala sino restaurando al Estado. Frente a la debilidad de los alcaldes y las policías municipales, la red de la iglesia católica puede convertirse, como ha sucedido en más de una ocasión, en una red de información clave para entender lo que está pasando en el territorio.Los apergollados se mueven.diego.petersen@informador.com.mx